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Columnas / GOLPE FRANCO

Elocuente indiferencia

«A ver por dónde sale esto, que a Lopera se le conoce y de Luis Oliver se sabe más de lo que sería suficiente para no ver un horizonte despejado»

Día 08/07/2010 - 07.03h
Ni fiestas ni duelos. Aquí no ha pasado nada como consecuencia de la noticia del año, del lustro o de la década. ¿Qué pasa? ¿Qué está ocurriendo, diantres? Y sólo se percibe indiferencia y desconfianza. Escepticismo. Nadie ha sido capaz de pronunciarse ni de expresarse sin pudor sobre la venta del paquete mayoritario de acciones del Real Betis. ¿Es que de verdad se ha marchado Lopera? ¿Es que hay que creerse que esta vez sí que vino el lobo? ¿Es que después de 18 años de régimen comienza una etapa nueva en el club bético? A mí que me registren, que lo que sea será. Puede ser o puede no ser. Habrá que verlo porque aquí no hay ni sí ni no, sino un todo lo contrario. Tiemblo luego tengo miedo. A ver por dónde sale esto, que a Lopera se le conoce y de Luis Oliver se sabe más de lo que sería suficiente para no ver un horizonte despejado sino una gigantesca nube oscura que bien podría descargar por Heliópolis una tormenta capaz de convertir en simple llovizna todo lo que lleva cayendo sobre el beticismo estos años.
Nunca pude imaginar que la salida de Ruiz de Lopera obedecería a un guión tan corto y plano. Insustancial. Que me voy, que me voy... que ya me he ido. ¿? Ojú qué raro. ¿Y quién ha com- prado? Tarzán de los monos. Batman o más bien el Joker. Nadie lo sabe. ¿Béti- co al menos? O no, que estamos en el mundo de las sociedades «ruinónimas» deportivas. ¿En qué lugar se enamoró de él? ¿A qué dedica el tiempo libre?
El personal se ha quedado de una pieza. Es que ni ha reaccionado. Y transacción ha habido. Operación de compra-venta, desde luego, ha existido formalmente y con todos sus avíos, pero quien más y quien menos la ignora. Esta es la credibilidad que unos y otros han conseguido, la nulidad en la que naufraga el Betis y la mediocridad de su realidad contemporánea. Si tendrá detractores Lopera y sin embargo nadie exclamó un «¡por fin!». Demérito de la parte entrante. Si será dudoso Luis Oliver y nadie ha dicho «¡cielos, cuidado, danger, achtung». Demérito de la parte vendedora. Es como si no hubiera pasado nada, y la razón es sencilla: si todo es una maniobra de Lopera para seguir manejando desde otra posición, nada mejorará; y si de verdad le ha vendido sus acciones a alguien que confía en Luis Oliver... virgencita, virgencita, que me quede como estaba. Y es entonces cuando recuerdo lo último que me dijo Manuel Ruiz de Lopera, hace una semana: «A lo mejor se vais a acordar de mí». (Música de peli de miedo).
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