Carmen llegó a Autismo Córdoba porque tenía interés en conocer más sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA). «Hice mis prácticas de psicología en la asociación porque quería saber más sobre el Autismo. Me encantó el trabajo, el personal, los terapeutas, que me enseñaban sin pedirles nada y le cogí mucho cariño a los niños», relata la voluntaria.

De aquellas prácticas, Carmen sintió una «espinita» y se puso a disposición de la asociación para que le llamaran cuando lo necesitaran. Y así se ha convertido en una voluntaria de algunos fines de semana y de las escuelas de verano, Semana Santa y Navidad, a las que no falta.

«Todo el mundo piensa que las personas con Autismo son muy distantes y luego te das cuenta de que no. Que cuando te conocen y tienen confianza contigo son muy cariñosos. Te dan besos, abrazos, te buscan para jugar. A mí me impactó descubrir el cariño de estos niños frente al mito de que son distantes», cuenta la joven de su trato con las personas que tienen TEA.

La psicóloga reconoce que no está especializada en este trastorno. «A veces no sé cómo tengo que interactuar con ciertos niños y eso es lo que me echa un poquito para atrás pero luego te enseñan. Lo que me pone más nerviosa es cuando estoy con algún niño niño con quien no he estado nunca, porque no tengo recursos para saber lo que le puede gustar».

Para derribar barreras y acercarse a las personas con Autismo, Carvajal recomienda: «actúa como tú eres porque ellos no van a mostrarte tu confianza hasta que no vean que estás siendo como tú eres. Porque también notan cuando estás nerviosa, cuando vienes un día un poco peor...».

Lo que la voluntaria lleva a cada una de las sesiones son «muchas ganas, mucho ánimo y sobre todo con muchas ganas de trabajar y estar con ellos».