DÍA INTERNACIONAL DE LOS VOLUNTARIOS

Los rostros de las «mil maneras de voluntariado» en Córdoba

Cuatro testimonios que participan en Cruz Roja de nuevas formas, distintas al voluntariado tradicional

Hay tantas formas de voluntariado como personas dispuestas a regalar su tiempo. Esto es lo que Cruz Roja quiere subrayar con su campaña #MilManerasdeVoluntariado, que encuentra en Córdoba testimonios como el de Manuel, Sara o Miguel. Con sus nombres, rostros y vidas diferentes, demuestran que «ayudar es fácil y flexible», solamente hay que querer entregar algo a los demás.

Más de 3.600 personas en la provincia de Córdoba realizan un voluntariado con Cruz Roja pero no todos ayudan en intervención social o campañas específicas como la de la banderita, sino que muchos lo hacen desde sus casas, a través de correo electrónico o de forma puntual si se necesita ayuda. «Empecé mi colaboración en una época en la que estaba pasándolo mal y me ayudó tanto que ahora estoy enganchada», asegura Sara Guijarro, que es tutora de otros voluntarios y además ayuda en labores de apoyo administrativo.

Empezó con una colaboración y ahora participa en tres tareas diferentes 

Es auxiliar de enfermería y solamente trabaja en verano y Navidad porque está en la bolsa de empleo. Llegó un momento en que «necesitaba hacer algo provechoso» y comenzó en apoyo administrativo a Cruz Roja. Ahora además de esto hace seguimiento a los nuevos volunarios hasta que se sienten adaptados. «Le dedico un día o dos a la semana, no puedo más. Pero una parte del voluntariado la hago desde casa, llamando o intercambiando mensajes con los voluntarios que tutelo».

El caso de Manuel Palma es similar. Su hobby es el diseño gráfico y tiene grandes habilidades para ello. A sus 36 años esta cobrando una pensión por discapacidad, acude a una asociación para realizar actividad y por las tardes entrena en el gimnasio. Pero de vez en cuando tiene encargos de Cruz Roja para diseñarles material de papelería. «En mis ratos libres les hago carteles para las organizaciones de la provincia, para anunciar carreras benéficas o los diplomas de reconocimiento que entregan. Utilizo photoshop y otros programas a nivel aficionado porque me gusta», explica Palma.

Colabora con trabajos que están relacionados con su hobby, el diseño gráfico

Lo que más valora es no tener un horario fijo, lo que le permite hacer su programación durante el día, y por supuesto la satisfacción de ayudar con sus diseños. «Cuando me dicen que les ha gustado el cartel o cuando lo veo publicado me alegra mucho», revela el voluntario, de 36 años.

El caso de Miguel Cáceres, de 58 años, es una colaboración aún más esporádica. Conoce perfectamente el francés y se apuntó como voluntario para ser traductor de esa lengua. Su participación se enmarca en el área de inmigrantes y llegó en un momento de necesidad. «Cuando ví lo que pasó en Vistalegre me ofrecí para ayudar. Estaba en el paro y pensé que era una forma de echar una mano, poner lo que tengo y lo que sé al servicio de otros», comenta Cáceres.

Se encontraba en desempleo pero quería seguir activo y al servicio

En ese momento se fue una semana a Cádiz para recibir inmigrantes y orientarlos y después de esa misión, le llaman cada vez que necesitan entenderse con el francés. «Yo he vivido lo que es la inmigración porque mis padres se fueron a Francia, por eso crecí allí. Ahora me llena ayudar a los que se ven en esa situación» reflexiona el colaborador. Que además de traductor, se ha ofrecido para acompañar apersonas a realizar sus gestiones sanitarias, visitar ambulatorios o acudir apruebas médicas. «Tengo muchas horas libres y tengo que emplearlas lo mejor posible», concluye.

Ofrecer el tiempo o habilidades es el inicio del voluntariado. Pero también es valioso el testimonio y la experiencia como forma de darse a los demás. Este es el caso de Fatmah Rajhees, una refugiada palestina de 29 años que llegó hace seis meses a Córdoba. Desde hace ocho semanas participa en el Área de Cooperación Internacional de Cruz Roja participando en talleres con jóvenes de secundaria para dar a conocer la realidad de los refugiados e inmigrantes. «Yo estuve en la misma situación como refugiada, he pasado muchas dificultades y quiero ayudar a otros que pasan por eso».

Su tarea es sensibilizar sobre una realidad que ella misma ha vivido

En su día a día es estudiante de español. Aprender el idioma va a ser la herramienta que le abra las puestas en España pero tiene mucho tiempo libre. «Quiero aprovecharlo en algo que sea útil para mí y para los demás», por eso se hizo voluntaria, explica. Además de que es un colaboración que le satisface, aprende de sus compañeros y de las personas con las que trabaja. Una experiencia enriquecedora en todos los sentidos.

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