Al otro lado de La Puerta Verde: un campamento urbano que transforma la vida del Polígono del Guadalquivir
«Los campamentos de verano son importantes y necesarios, pero este es urgente», dice el párroco de Santa Luisa de Marillac, Don Miguel David Pozo. Habla del proyecto Puerta Verde que ha puesto en marcha en el Polígono del Guadalquivir, un campamento urbano que se propone transformar las vidas de quienes quieran cruzar este umbral.
Al otro lado de la puerta verde, que han pintado en los muros de la parroquia, hay un programa de promoción de niños, adolescentes y jóvenes que viven entre la falta de recursos y la exposición a riesgos que los alejan de un futuro próspero. Durante dos semanas, unos 90 menores de entre 5 hasta 14 años van a estar guiados por monitores y sus ayudantes -que van desde los 15 hasta superar los 20 años-, para vivir un programa «rico» en valores fundamentales para su vida. «Pretendemos establecer relaciones de ayuda. Cauces en los que se diviertan, aprendan y tengan lo que cualquier persona con esa edad tiene derecho a vivir», aclara el sacerdote.
Lo más interesante es la implicación del propio barrio en el proyecto, reconoce Don Miguel, donde gran parte de los monitores son jóvenes que viven en esta zona, una de las más pobres de España. «La ayuda es de agradecer pero lo que necesitan es capacitarse para cambiar el orden de las cosas», añade Don Miguel, que trabaja desde hace cuatro años en la zona. Además cuentan con el apoyo de jóvenes de otras zonas de Córdoba y de otras diócesis e incluso seminaristas de Roma.
Hace meses que en Santa Luisa de Marillac se inició la capacitación para ser monitores con un grupo numeroso de jóvenes del barrio, que han compartido talleres sobre el respeto, la igualdad de género, la salud en el comer, la higiene, formas de administrar el tiempo libre e incluso el consumo de drogas o la delincuencia. Porque en este campamento se les invita a comprender la realidad de su barrio para transformarla, una llamada a descubrir la propias fortalezas y oportunidades.
Durante las dos semanas, la dinámica de trabajo según ha explicado el párroco pasa por vivir la exposición a los riesgosa través de juegos en los que se les habla del peligro de no estudiar, de la violencia, del maltrato... y por otra parte podrán adquirir los básicos de la educación en el hogar, como los hábitos saludables, la rutina de estudio o la afectividad. Pero siempre con un toque lúdico y en positivo.
Todo esto lo experimentarán en el barrio y también en salidas como la que realizarán al zoológico, a la piscina o incluso al Carpio, donde aprovecharán para compartir una jornada con jóvenes de otro campamento en el día en que tratarán la amistad. Los niños pasan el día completo en el campamento, ya sea en la parroquia o fuera, e incluso habrá días en que dormirán allí porque han preparado una noche de cine con pantalla gigante incluida, sacos de dormir y Telepizza para cenar.
El Cabildo Catedral ha colaborado con este proyecto y numerosas entidades y particulares han aportado recursos para poder llevar a cabo las dinámicas y las actividades que van a «dar esperanza a los niños que la tienen apagada». También se enriquecerán de esto sus familias, que vivirán la recepción y la clausura de la Puerta Verde.
Pero esta iniciativa no termina el 3 de agosto en el Polígono del Guadalquivir, sino que se traslada con un grupo de familias a la casa de Cáritas en Torrox para vivir por unos días un encuentro que tendrá como centro la fe.