¿Qué pasó con... Manuel Vera?
Sevillano de Camas, su pueblo natal, descubrió muy pronto que el remo era su gran pasión y se forjó como uno de los mejores bogadores del país en Bañolas hasta completar su particular trilogía olímpica: Moscú, Los Ángeles, Seúl.

Vive en Rosas, Gerona, dedicado profesionalmente al campo de la consultoría y la gestión hotelera, pero sus orígenes están en Camas, en el Club Náutico y el Club de Remo Sevilla. Siendo un chaval fue reclutado por el Club Bañolas y comenzó una fructífera y ... meteórica carrera que lo llevó con apenas 17 años a sus primeros Juegos Olímpicos. Aunque no lograse ninguna medalla, ningún remero andaluz ha conseguido, como hizo Manuel Vera (1962), tres diplomas en tres participaciones olímpicas.
Lleva más de cuarenta años fuera de Sevilla.
Concretamente 43. Cuando me fui a Bañolas por primera vez, tenía quince años. Era cadete de segundo año. Pero jamás he perdido el contacto con Sevilla. Siempre lo he mantenido porque mi familia y mis amigos son de aquí. Y porque me encanta. Es un lujo. Vengo tres o cuatro veces al año.
Entonces no se considera más catalán que sevillano.
No. He vivido más parte de mi vida en Cataluña que en Sevilla y aprecio los valores catalanes, pero jamás he perdido mis raíces. Tengo, como dice la canción, el corazón partío. De Cataluña tengo muy buenos recuerdos y mi familia más próxima, mi mujer y mis hijos, es de allí. El día que me retire pasaré largas temporadas en Sevilla. Medio año aquí y medio año allí. Tengo la suerte de que me hicieron socio de honor del Club Náutico, así que podría vivir en Sevilla y entrenar.
Sería un fichaje de lujo para la Sevilla-Betis de veteranos...
Sí, sí, no se descarta, aunque cada vez están los puestos más caros. Tengo entendido que incluso los veteranos tienen que hacer las pruebas de selección porque hay mucha gente que quiere remarla. Yo he remado unas cuantas ediciones de la Sevilla-Betis en el barco del Sevilla.
¿Y cómo se lo tomó su familia cuando le propusieron marcharse a Bañolas siendo un adolescente?
Yo tenía 15 ó 16 años y Pedro Abreu se lo comentó a mi padre, que estuvo haciendo algunas consultas. Cuando me lo dijo, no dudé. Era lo que yo quería: entrenar a tope con los mejores medios. Allí permanecías siempre que cumplieras con tus compromisos, y estos eran entrenar para quedar lo mejor posible y estudiar para aprobar. Si una de las dos cosas fallaba, te daban un toque de atención.
Con 17 años se estrenó en unos Juegos y con 25 llevaba ya tres.
En Moscú era un juvenil de 17 años. Para ganarme un puesto en el bote tuve que vencer a gente de veintitantos años. A los segundos fui con 21 y a los terceros, con 25. Cuando me retiré era cuando estaba mejor físicamente. Abandoné por dos motivos: una lesión en la espalda que me estaba ya causando demasiados problemas; y por otra parte, el ambiente enrarecido que había en la Federación. Ya no encontraba la motivación que necesitaba.
De los tres Juegos Olímpicos, ¿cuáles recuerda con más nitidez?
¿Con más nitidez? Seúl. Llegaba ya más maduro. Sinceramente, Moscú se lo contaría hoy como si hubiera sido un sueño que le pasó a otra persona que se parecía a mí. Lo recuerdo todo muy borroso y muy lejano. La media de edad del cuatro era muy joven, conseguimos meternos en la final y hacer un buen papel. De Los Ángeles recuerdo cómo montaron aquello los americanos, que parecía un decorado de cine. Tendríamos que haber sacado medalla. La sensación fue agridulce. Y en Seúl éramos ya todo lo mayorcitos que se puede ser con 25 años. En Los Ángeles el diploma me pareció un mal resultado y en Seúl me supo a medalla, a gloria, por la dificultad de la prueba del doble scull.
Con Fernando Climent mantiene la relación, ¿verdad?
Sí, claro. Hemos sido compañeros de sacrificio y guerra muchos años. Yo no fui a la mili, pero entiendo que las relaciones que se forjan deben ser parecidas a las nuestras. Hemos compartido muchas horas de concentración en hoteles, almuerzos, cenas, alegrías y fracasos. Y eso une. Le tengo un cariño especial a Fernando, así como a los compañeros más afines del equipo.
¿Regresará de nuevo a Sevilla cuando se vaya el calor?
(Se ríe). Sí, con la fresquita. Volveré para otoño o para Navidades como muy tarde. Venir a Sevilla siempre es un gustazo.
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