¿Puede ser igual de efectiva una crema barata que una cara?

Analizamos qué factores incrementan el coste de una crema antiarrugas y cuánto influyen en la calidad del producto y su efectividad

Puede que en alguna ocasión, al ir a comprar un cosmético antiedad hayas sentido como que estás haciendo un acto de fe. La oferta es tan amplia y diversa que finalmente debes fiarte de lo que la publicidad o las influencer te cuentan sobre esa crema para lanzarte a probarla por primera vez. Y esto a veces no te genera mucha confianza.

La duda es recurrente: ¿mejor optar por una crema lujosa, de una prestigiosa marca o por una de gama media o incluso de supermercado? La confusión viene cuando productos cosméticos de precios totalmente dispares se publicitan con ingredientes casi calcados. ¿Serán realmente más eficaces las cremas caras o solo inflan su precio para posicionarse ante un público más exclusivo y pudiente? ¿Hay diferencias reales de calidad entre las cremas baratas y las caras? La respuesta es un rotundo sí, aunque es difícil comprenderlo a simple vista.

Por eso, con la ayuda de las expertas de LICO, Laboratorio de Ingeniería Cosmética, intentamos arrojar un poco de luz para que tengas claro qué es lo que pagas en cada caso.

Diferencias de calidad entre cremas baratas y caras

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El primer paso para valorar una crema antiarrugas es acudir a la lista de ingredientes, pero puedes encontrarte con que dos cremas que utilizan los mismos principios activos tienen enormes diferencias de precio. “El listado de ingredientes es una buena manera de conocer el cosmético que vas a utilizar, pero no da toda la información”, explican Ana Cobo y Estefanía Ferrer, ingenieras químicas y fundadoras de LiCO Cosmetics. Así, datos relevantes como la concentración o la calidad de los ingredientes no se especifican en el etiquetado, por lo que conviene conocer las políticas de la marca.

 

Así, a la hora de valorar una crema antiarrugas deberías fijarte en los principios activos que contiene: no solo han de ser de la mejor calidad, sino también, en la mayor la mayor concentración recomendada para garantizar su efectividad. Desde LiCo nos ponen el ejemplo del ácido hialurónico, que existe en multitud de variedades. Pero la diferencia entre uno con alto peso molecular (que no penetra bien en las capas profundas de la piel, hidrata poco, etc.) y uno de bajo peso molecular es muy acusada. Igualmente, hay que considerar la concentración en sí del ácido. “No es lo mismo 0,0001% que un 1%. Estamos hablando de una diferencia por 100 g de uno a diez. Todas estas cuestiones influyen en la calidad y, por tanto, en el precio final.

“De todas formas si un consumidor ve dos productos con un listado de ingredientes exactamente iguales y en el mismo orden (el orden revela la concentración aproximada) debe pensar que la diferencia de precio está en otro sitio. Como la materia prima sostenible, un packaging más adecuado a la conservación del productos, la publicidad o los ensayos. Por ejemplo en Lico testamos en laboratorio independientes nuestros productos para asegurarnos de que aportan la eficacia que prometemos”, señalan las responsables de la marca.

La investigación, un valor añadido

crema barata ingredientes

Otro parámetro que hay que tener en cuenta a la hora de buscar la mejor crema antiarrugas es la tecnología de los principios activos en el producto. “En nuestro caso, nuestra formación y larga experiencia en procesos químicos nos llevó a microencapsular la fórmula más potente de vitamina C existente, tetraisopalmitato de ascorbilo”, explican las ingenieras de LiCO. «Con esta tecnología se obtienen numerosos beneficios sobre ese principio activo, como multiplicar la eficacia, aumentar el tiempo de reacción del principio activo en la piel, obteniendo mejores resultados tras una larga exposición y evitar la oxidación del principio activo. La vitamina C es muy inestable y si la fórmula tiende a oxidarse rápidamente, al abrir el bote y entrar el producto en contacto con el aire perdería su eficacia a los pocos días de uso», subrayan. Por tanto, aunque el principio activo sea idéntico, debemos tener en cuenta la forma en la que se presenta para cerciorarnos de que realmente va a tener efecto sobre el cutis.

Además, en el precio del cosmético también puede verse reflejado el origen de la materia prima, que puede ser más o menos costosa. «En LiCO utilizamos materia prima natural exquisitamente seleccionada para llevar las propiedades de nuestros productos. Al tratarse de materia prima procedente de lugares muy exóticos y remotos, nos aseguramos de que proviene de comercio justo y que aporta todos los ensayos y garantías de calidad que se exigiría a un productor en Europa», señalan las responsables de la marca.

En el precio del cosmético también puede verse reflejado el origen de la materia prima, que puede ser más o menos costosa.

Por otra parte, es evidente que no todos los productos ni las fórmulas implican el mismo coste en cuanto a investigación. El trabajo previo hasta el hallazgo de la fórmula perfecta puede incrementar el coste de un cosmético, aunque es algo que sin duda repercutirá en beneficio del usuario. «Nuestro primer tratamiento nos llevó dos años de trabajo. Partíamos de más de 20 años de experiencia en procesos químicos y aún así todos los estudios, ensayos, pruebas y errores nos parecían pocos a la hora de sacar un producto que asegurase una eficacia alta», explican Cobo y Ferrer.

Además, según afirman, «la búsqueda de una materia prima natural que potenciase los resultados del tratamiento que estábamos formulando no fue tarea sencilla. Al final dimos con la tecla en el desierto del Kalahari, donde nos encontramos con unos frutales que fueron el principio del descubrimiento de unos aceites con un contenido en vitamina E espectacular (esta actúa de vehículo conductor de la vitamina C y asegura unas sinergias ofreciendo la mejor de las capacidades antioxidantes)». Lógicamente, toda esa búsqueda tiene una repercusión en el coste final del cosmético.

El factor medioambiental

¿Puede ser igual de efectiva una crema barata que una cara?

Pero no solo las cualidades de la crema en sí pueden hacer que el precio varíe de decenas a cientos de euros. También las prácticas de la empresa en cuidado mediomabiental influyen en buena medida. “Nuestras clientas son muy conscientes del daño que se produce al planeta y la importancia de utilizar materiales friendly: envases de vidrio, etiquetado con papel FSC, cajas de cartón craft, etc. Todo ello supone un pequeño sobrecoste que a la larga compensa para quienes prefieren adquirir productos respetuosos con el planeta”, señalan las creadoras de LiCO.

El envasado también puede generar diferencias de precio. El producto que LiCO pone en el mercado, por ejemplo, sigue todos los estándares europeos de calidad y quizá ese sea uno de los motivos por los que son tan demandados fuera de nuestras fronteras. Y es que la normativa europea para la fabricación de cosméticos es la más exigente del mundo y contar con todos los permisos y autorizaciones no es tan sencillo. «Nosotras intentamos ajustar el precio al máximo porque si quisiésemos ver los márgenes habituales que tiene la cosmética el producto sería aún más caro», explican las fundadoras de la marca.

La producción en masa también abarata el coste de ciertas marcas de cosméticos, así que las fabricaciones más artesanales repercuten en el precio

Por otra parte, la producción en masa también podría abaratar el coste de ciertas marcas de cosméticos. Pero en LiCO se asemeja más al «handmade». «Fabricamos pequeñas tiradas que nos aseguren la frescura y no degradación del producto», señalan Ana Cobo y Estefanía Ferrer.

Una experiencia sensorial

Por último, el uso de perfumes es otro factor a considerar a la hora de analizar las diferencias de precios entre los cosméticos. «El objetivo principal de LiCO es devolver la calidad a la piel obteniendo resultados desde los primeros días y para eso es importante ser constante y no rendirse. Para invitar a cambiar rutinas por rituales de belleza que nos animen a usar los productos de manera continuada, cuidamos muchísimo la elección de los perfumes», explican las fundadoras de la marca.

«Pusimos especial atención en que fuesen evocadores, sensoriales, relajantes, pero a la vez respetuosos con la piel. Nos costó pero hemos conseguido incorporar olores que nos permiten realizar un viaje a África a través de la piel, en fórmulas hipoalergénicas y aptas para las pieles más sensibles», cuentan.

Ahora que ya conoces las razones por las que puede variar el coste de una crema antiedad, solo queda dar respuesta a la incógnita que planteábamos al principio: «¿Puede ser igual de efectiva una crema barata que una cara?». Y la respuesta ya la sabes. La diferencia de tecnologías, investigación, materias primas, formulación y envasado (entre otras), hace que sea imposible equiparar el precio de una crema eficaz. Pero cuidado, eso no quiere decir que todas las cremas caras sean efectivas. El secreto, ya sabes dónde está…

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