Si le preguntas a cualquier jugador de la selección sobre la principal preocupación para el partido del miércoles ante Francia, no habrá uno que no señale a Boris Diaw entre los peligros galos. Orenga, Navaro, Pau Gasol... todos han alabado en uno u otro momento al jugador de los Spurs, campeón este año de la NBA junto al ausente Tony Parker.
El pívot es el epicentro del juego francés. El hombre por el que pasan todos los balones y que canaliza el juego del campeón de Europa. En la primera fase, ante España, se dejó llevar, consciente de que ese partido no era trascendente para el devenir del campeonato, pero el miércoles volverá a ser el jugador omnipresente de todo el torneo.
«Es muy inteligente, es como un base cerca del aro, muchas de las situaciones que él gana cerca del aro generan situaciones ventajosas para sus compañeros», reconoce Orenga, que tiene claro que frenar al «13» francés es la misión más importante del partido.
Para ello, será importante la defensa interior de los Gasol, pero también las ayudas de los hombres exteriores, ya que Diaw, además de moverse bien cerca del aro, es un jugador polivalente con buen tiro exterior y mucha visión de juego.
Un reto mayúsculo para la selección, que buscará ante Francia meterse de lleno en la lucha por las medallas. Un lugar que no abandona desde el pasado Mundial de Turquía, cuando Serbia la eliminó en cuartos de final.