Argentina cayó el lunes eliminada por culpa de una plantilla corta y desequilibrada que sufría mucho cuando sus titulares tenían que ir al banquillo para descansar o por culpa de las faltas personales. Un mal endémico en muchos equipos, pero no así en la selección española, que puede presumir de tener suplentes de garantías, que incluso serían titulares en la mayoría de los equipos del Mundial.
De los casi 90 puntos que promedia España por partido, un tercio llegan por parte de los jugadores que salen del banquillo (33,6). Ante Senegal, el último encuentro disputado por la selección en la Copa del Mundo, este aspecto fue más relevante que en ninguno de los anteriores. Más de la mitad de las canastas anotadas ante los africanos las consiguieron jugadores de banquillo. 47 de los 89 puntos correspondieron a «suplentes» como Ibaka, Calderón y Felipe Reyes.
Ibaka es quizá el paradigma de jugador de calidad que no sale en el cinco titular. El congoleño se ha convertido en el sexto hombre de la selección y, en momentos, ha cumplido por encima de los hombres que suelen salir por delante de él en el quinteto inicial.
«Tenemos doce jugadores importantes y cualquiera de ellos puede ser titular. Todos tienen que esperar su momento y nos ayudarán para conseguir el objetivo», reconoce siempre Orenga, feliz con la longitud de su equipo y con la calidad del mismo.
Hasta Claver y Abrines, los que menos han contado hasta el momento, cumplen cuando salen a la cancha con un rol complicado y marginal que a veces encoge la muñeca.
Según avanza el campeonato, el concurso de los menos habituales cobra relevancia por culpa de las lesiones. Dolencias como la de Pau o Navarro, que invitan a recortar sus minutos y confiar en otros jugadores como el propio Ibaka, Reyes, Llull o Sergio Rodríguez.