El Mundial de baloncesto ya tiene su primer semifinalista. Se trata de un clásico europeo de altos vuelos, Lituania, que gracias a su naturaleza tiradora se deshizo de la siempre competidora Turquía. El equipo que más problemas le ha dado a Estados Unidos en lo que va de campeonato fue de más a menos y terminó cansado, sin ideas en ataque (su estrella terminó agotada) y con unas pésimas estadísticas en tiro exterior.
La primera parte dejó más desacierto e intensidad defensiva que espectáculo para el Sant Jordi, que fue llenándose, pensando en el EEUU-Eslovenia, a medida que transcurrían los minutos. De entrada, turcos y lituanos ofrecieron un baloncesto trabajado, elaborado en ataques largos y poco dado a los tiros fáciles. De la mano de Preldzic, que solo descansó tres minutos de los primeros veinte, el cuadro otomano se llevó el primer parcial (13-18). El alero del Fenerbahce, que en algún momento recuerda a Bodiroga (aunque en una versión menos elegante), firmó tres acciones de quilates que Güler, mediante un triple, convirtió en la máxima ventaja favorable a Turquía (6-14). Por suerte para Lituania, Seibutis, que terminaría como máximo anotador del cruce, respondió rápido también desde los 6,75. Hasta ese momento, los bálticos solo habían sido capaces de generar peligro a través de Valanciunas, su mejor pívot. [Estadísticas del Lituania-Turquía]
Remontada lituana
Los turcos, contagiados por el talento de Preldzic y el espíritu de Gönlum y Asik en la zona, se las prometían felices. No obstante, tenía que llegar el acierto lituano desde el perímetro. Era cuestión de dar con la muñeca en ese momento más caliente: la del sempiterno Darjus Lavrinovic. El gemelo más anotador de la camada anotó tres triples de otros tantos intentos y aupó a su equipo en el segundo cuarto, que dejó a una Turquía torpe en ataque y más floja de lo habitual en defensa. Pocius se sumó al impulso de Lavrinovic con otro triple y situó a Lituania con una diferencia de cinco puntos que se mantuvo hasta el descanso (20-10). Si el margen no fue a más fue gracias a Güler, autor de la mitad del pobre bagaje otomano entre el minuto diez y el veinte. Turquía se fue al vestuario tocada, pero totalmente dentro del partido.
Una vez tomaron oxígeno, los de Ataman volvieron al parqué con ganas de volver a igualar la contienda. No empezaron bien, ya que Maciulis reabrió el marcador con un triple, pero su tesón se vio premiado con tres ataques prolíficos, el último con Arslan anotando desde fuera. A partir de ahí, la secuencia del choque volvió a la más estricta igualdad, con Lituania fiándolo todo a sus exteriores (dos triples de Pocius y uno de Seibutis) y Turquía masticando cada acción ofensiva con Preldzkic y sus pívots. Al final del tercer cuarto, sobre la bocina, los bálticos lograron una ligera ventaja (47-44). Pese al bajo tanteo y a los constantes desaciertos, la emoción estaba servida. Sin embargo, Lituania abrió el periodo definitivo con un parcial de 4-0 y logró la máxima diferencia (+13) a falta de poco más de tres minutos para el final gracias a Seibutis y Maciulis, que se guardaron lo mejor para ese tramo. Sus aciertos contrastaron con los pobres porcentajes de los turcos (17% en triples).