España ya percibe la pasión del Mundial, desatada la locura en el entrenamiento vespertino de este martes. En una tarde fría en Curitiba, tan gris como en los días anteriores, la selección se ha ejercitado en una jornada de puertas abiertas ante la mirada de más de 1.500 espectadores. Un entrenamiento diferente y con fuertes medidas de seguridad.
El campo principal del Centro de Entrenamiento Alfredo Gottardi se quedó pequeño para toda la gente que estaba en la calle. Había muchos dentro, pero la mayoría se quedaron sin ver a sus ídolos, frenados en la puerta porque ya no cabía nadie más. Las colas eran larguísimas y 350 policías custodiaban la entrada al recinto.
Los que accedían, histéricos y embriagados por la emoción, tenían que pasar dos exhaustivos controles,un cacheo más riguroso que el de los aeropuertos norteamericanos incluso. Y cientos de niños corriendo hacia la grada (solo hay una) para presenciar la sesión de trabajo en una posición de privilegio. No todos los días se ve a la campeona del mundo de fútbol.
La bandera gigante de Cruzcampo, formada por 13.320 corazones de aficionados, lucía en el centro del campo y los jugadores la agitaron como si fueran los niños de la Champions. 46 millones latiendo por un equipo que pretende, el 13 de julio, añadir otra estrella en el pecho.
La mayoría de los asistentes vestían con camisetas, dividida la lucha entre Madrid y Barcelona. Y muchas banderas españolas, descartada la animadversión que se espera en los estadios una vez empiece el torneo. De hecho, cada gol se celebraba como si fuera de Brasil, incluso los de Diego Costa. Esta vez todo era una fiesta.
Un helicóptero vigilaba desde las alturas que no hubiera incidente y los miembros de seguridad controlaban todos los movimientos. Incluso a los medios de comunicación les colocaron en un rincón especial, nada de campar a sus anchas. Antes de la sesión, hubo discursos, aunque los defectuosos altavoces no permitieron descifrar los mensajes de los internacionales.
Del entrenamiento, una nueva prueba de Del Bosque. El seleccionador alineó esta vez en un teórico once inicial a Casillas; Azpilicueta, Piqué, Ramos, Alba; Busquets, Xavi Hernández; Silva, Cesc, Pedro; y Torres. No estaban ni Xabi Alonso ni Iniesta en ese equipo.







