crítica de música
Los cantos del Corpus
La escolanía Domus Carmina saca buena nota con su concierto de las vísperas del Corpus
Domus Carmina actúa este miércoles en la iglesia del Santo Ángel en las vísperas del Corpus

Música coral
- Programa: 'Corpus Carmina'. Obras de Leavitt, Prizeman, Beethoven, Jenkins, Sokol y Gounod.
- Intérpretes: Escolanía Domus Carmina (¡Cantos de casa').
- Director: Jesús Becerra.
- Lugar: Iglesia del Santo Ángel.
- Fecha: 07/06/2023.
No damos abasto. Esto está llegando a una suerte de insumisión civil. Frente a la apatía juvenil, los regalos de tablets, consolas; reuniones de litroneros, dependencia de las redes sociales, del móvil en general, que sólo lleva al más completo aislamiento y pronto a la ... idiocia, con un sistema educativo que la fomenta, frente a ellos, repetimos, no paran de surgir movimientos grupales de todo tipo que evidencia la necesidad de que sobreviva una juventud en la que los individuos se desarrollen junto a otros para potenciar sus respectivas capacidades, de las que nosotros nos fijamos en aquellas que se refieren a la música. Las enormes posibilidades técnicas de difusión que hoy tienen a su disposición estos jóvenes estarán al servicio de ellos, lejos del buscar con ellas el hábito de la dependencia.
Asómbrense, como nosotros lo hicimos ayer. Escolanías las ha habido siempre, aunque generalmente con ese aire condescendiente con su tierna edad, de sus posibilidades que se traducen en inestabilidad vocal, pero que ya-se-afianzarían-un-día, del aplauso de sus familiares, que siempre tienen asegurado. Y hete aquí que se nos presenta un coro con un año sólo de existencia, donde la mitad son niños y la mitad adultos, en principio porque imaginamos que todavía no cuentan con antiguos coralistas para asumir los registros más graves o bien, y esto nos parecería lo más increíble, que esos adultos resultan ser -siempre que sea posible- padres y/o madres de los escolanos, de manera que ambas generaciones pueden compartir la posibilidad de hacer música juntos.
Pero no es todo. Asumen un repertorio completamente religioso, cantado en latín -excepto una pieza. Pensarán entonces que puede tratarse de polifonía medieval -algo más espinosa- o la habitual renacentista, especialmente española, y que al ser de Sevilla podían aprovechar la de los dos genios del renacimiento, Cristóbal de Morales o Francisco Guerrero, o tal vez el más accesible -por estar en español- del 'Cancionero de la Colombina', cuando no las consabidas piezas de Juan del Encina. Pues no. En latín, pero del siglo XX/XXI (menos Gounod). ¿Al unísono entonces? No, a 2, 3 y 4 voces, sin rehuir las disonancias -circunstanciales, desde luego-, aunque a veces estas mismas ocupaban secciones enteras que podían haber puesto en apuros a más de un coro de adultos, no digamos de niños.
Abría la 'Missa Festiva' del norteamericano John Leavitt, constituida por el Ordinario de la Misa, aunque aquí se omitía el movimiento central, el 'Credo', acaso por resultar menos 'festivo' que los demás movimientos. Su escritura recurre a un estilo especialmente modal en el 'Kyrie' y el 'Sanctus', con presencia de escala pentatónica y con intervalos de 4ª y 5ª en las voces, acordes llamados 'vacíos' y que no deben ser fáciles de entonar, mientras el 'Gloria', con su inicio que recuerda al villancico, despliega una alegría rítmica a la que no le faltaban más que el bajo y la batería para resultar un góspel, aunque por sus vivos contrastes encontramos también formas menos festivas ('et in terra pax', por ejemplo). El 'Sanctus', movimiento primario del que partió el compositor para ir construyendo su misa, que terminaría en 1991, también compartía este carácter gozoso.
El londinense Robert Prizeman es autor de una bellísimo 'Ave María', en principio para una sola voz, pero que aquí cuenta con una armonización a varias voces, seguramente extraídas del acompañamiento, y presentaba como novedad un inicio realizado por dos jóvenes coralistas, de hermoso timbre y estupenda afinación: oír sus voces cómo se cruzaban con esa claridad, con esa tersura resultaba emocionante y, más aún, el que se les haya dado esa oportunidad. Es algo que nos llamó la atención en otras partes del concierto que señalaremos, y que debe completarse con poner sus nombres en el programa de mano, de hermoso diseño y que a pesar de ser una sola hoja por las dos caras, contaba con un diseño muy atractivo. Parece difícil colocar sus nombres en tan poco espacio, pero algo hay que sacrificar porque estimularía mucho a los jóvenes ver sus nombres escritos en el programa y a quien esto escribe le daría la oportunidad de publicarlos.
Otro momento estelar fue la versión del segundo movimiento de la `Séptima' sinfonía de Beethoven con texto ('Sacris Solemnis'): magnífico 'tempo', unidad de las distintas voces, claridad de dicción y conjunción y equilibrio. Frente a esto, el 'Ave verum' del galés Karl Jenkins oponía un oleaje dinámico para una hermosa composición a cuatro voces, perteneciente a su 'Stabat mater'. Nacido en 1944, parte de esta antigua forma católica del siglo XIII y que ha llegado al siglo XX (2008) como para todavía estirarla cuanto se precise. Preciosa interpretación, con atención muy especial al juego de volúmenes sonoros.

De nuevo Prizeman con dos muestras de su arte. En primer lugar, su 'Sanctus (´Locus iste´) sobre la famosa melodía del 'Canon' de Pachelbel. Aunque es verdad que a veces nos resultó que el compositor dejaba ver demasiado la famosa melodía, es cierto que también en otras la usaba como los antiguos 'tenor', como notas largas, 'tenidas', de efecto subyugante. De nuevo, una técnica vocal prodigiosa permitía oír la melodía en registro sobreagudo sin que los niños/niñas calaran, con un 'solo' final repitiendo este momento que nos hubiera gustado registrar aquí. Sería la pieza elegida como bis.
El siguiente momento Prizeman, con el coro cada vez más seguro, de voz más cálida, entonaba un inicio del 'Vocame' con unas oleadas de disonancias absolutamente maravillosas, que desembocaron en el canto de otro muchacho de voz extraordinaria, con agudos sorprendentes potenciado, sin menoscabar sus cualidades, por una técnica asombrosa, que Becerra iba marcando a la vez que el chaval cantaba, y que repetía una y otra vez sin que faltase ese poquito a los que nos tienen acostumbrados muchachos de buena voz -y algunos mayores- con poca o ninguna técnica.
Cantó también con la primera voz que oímos a dúo igualmente deslumbrante. Como a cualquiera, alguien que consigue eso con su voz no tenemos más que descubrirnos; pero, sobre todo, insistimos en que por muchas cualidades naturales que se tengan, sin una técnica de este calibre es imposible conseguirlos; y si se hiciera, correrían el riesgo de dañar la voz irreversiblemente. Nos parece que es el director el responsable de este prodigio, y trabajo que no reducimos a los niños solistas, sino también al resto del coro, incluyendo a los mayores, casi más difíciles de guiar porque con la edad nos acostumbramos a cantar como hablamos, o sea, mal.
Gran trabajo también el del pianistaParody, gran apoyo a todo este trabajo realizado y que parece increíble en un coro tan novel. Si se nos permite el consejo, y aunque sabemos que todo son gastos, coro y pianista merecen cuando pueda ser un instrumento en el que el piano suene a piano, y no parecido.
Hay que decir igualmente que la enorme iglesia se encontraba a rebosar, con gente de pie, y con el añadido de que hubo que esperar a que terminara la misa, cosa que no ocurrió hasta las 21.45 h., terminando una hora después, sin que el público dejara de aplaudir y obligara a la referida propina. Preciosos 'Cantos al Corpus'.
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