Columnas

sol921

Columnas / pásalo

Convencitivando al rumano

Un piquete convencitivo abordó a un chatarrero rumano al que le quitaron el carrito con las latas del agrio almíbar de la cosecha diaria de hambre

Día 30/09/2010 - 06.56h
Con el dardo en la palabra, por las que hilan, demostrándonos algunos sin pudor que el sindicalismo entró en ellos pero que ellos no entraron en la escuela, un propio de la hermandad sindical acuñó un palabro para la historia más friqui del movimiento obrero: el piquete convencitivo. El tipo sigue en libertad. Y probablemente hará carrera en algún observatorio de filología laboral trabajando menos que esa malaya a la que la ONU le ha buscado un momio a cargo del contribuyente para mediar entre los alienígenas y los terrestres. Hay que tenerla más dura que un rey del porno para trabajar como intermediaria entre los habitantes de raticulín y la tierra, ¿no? Pues igual de dura debe tener (la jeta) el sindicalista que acuñó lo del piquete convencitivo. Se supone que convencitivo viene de convencer. Y que los piquetes que ayer matonearon por toda España con silicona en el tubo y bolas de acero rompiendo lunas de coches, estaban convenciendo con el poder de la palabra a los trabajadores españoles.
Los piquetes convencitivos no respetaron el derecho a trabajar de los españoles que ya no se creen nada de nadie. De los españoles y de los que no son españoles. Entre las ocho treinta y nueve de la mañana de ayer, un piquete convencitivo, a la altura de la pasarela de la Cartuja, abordó a un chatarrero rumano. Ojo señores. Abordaron a un chatarrero rumano al que le quitaron el carrito con las latas del agrio almíbar de la cosecha diaria del hambre, ese carrito distraído de alguna gran superficie donde a diario vendimian las uvas amargas de la miseria. Se lo quitaron e invitaron al rumano a coger una bandera y a secundar la huelga. Con dos pares de argumentos sindicales. Con dos pares de valentía obrera. Con dos quintales de vergüenza sindical. Qué asco. Para rematar la faena, al desencajado rumano, el chatarrero que simboliza en esta anécdota cómo un sindicato puede actuar con el más débil como un patrono brutal sobre sus más indefensos trabajadores, le petardearon los pies. Sí, como lo oyen. Al rumano, al chatarrero, a uno de los parias de la tierra que el sindicalismo actual considera material desechable, le tiraron unos petardos en los pies. Quizás para que el pobre diablo se arrancara por bulerías. Eso sí, Sarkozy es un mal nacido fascista, cavernario y racista.
Denunciada queda la retórica sindical de los piquetes convencitivos. Y hay testigos de ello. ¿Algún observatorio o entidad laboral abrirá la boca sobre el tema? ¿Alguna asociación de amistad hispanouniversal emitirá una sola nota de repulsa? ¿Alguna asociación de las muchas que viven de la mamela de la emigración abrirá una mínima investigación sobre el suceso? ¿Qué entidad adscrita a la progresía «del papeles para todos» saldrá en defensa del chatarrero rumano montando un pollo delante de San Telmo? ¿No hay un negro, mulato, jabao o indio de guardia en ningún sindicato que se levante contra tan bastarda actuación convencitiva? ¿O es que haga lo que haga un sindicato está bien hecho por el simple hecho de que lo hace un sindicato? La gran victoria sindical de ayer fue que hubo piquetes convencitivos que no desentonarían en la policía menos escrupulosa de Sarkozy enjaulando rumanos para el camino de vuelta.
Búsquedas relacionadas
  • Compartir
  • mas
  • Imprimir
publicidad
Lo ?ltimo...

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U.