| Sevilla FC | Real Madrid |
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| 2 | 1 |
Sevilla FC: Palop; Konko, Squillaci (Fernando Navarro, m.24), Dragutinovic, Adriano; Jesús Navas, Zokora, Renato, Perotti (Diego Capel, m.57); Negredo (Kanouté, m.65) y Luis Fabiano.
Real Madrid: Iker Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Albiol, Marcelo; Xabi Alonso, Guti (Granero, m.81), Diarrá (Van der Vaart, m.73); Kaká, Raúl y Benzema (Higuaín, m.53).
Goles: 1-0, M.34: Jesús Navas. 1-1, M.48: Pepe. 2-1, M.66: Renato.
Árbitro: Iturralde González (Comité Vasco). Amonestó a los visitantes Sergio Ramos (m.18), Guti (m.36) y Kaká (m.71) y a los locales Luis Fabiano (m.21), Perotti (m.36), Zokora (m.36) y Adriano (m.61).
Incidencias: Partido disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante unos 45.0000. Prácticamente lleno. Terreno de juego en buenas condiciones.
Noche grande en el Sánchez Pizjuán, con dos equipos que se palparon los huesos, la piel y el espíritu en un largo esfuerzo de juego bueno y sostenido. El Sevilla, vencedor, se prestigió más aún sin desacreditar por ello al Madrid.
El partido enseñó enseguida un Madrid menos vertiginoso pero más asociativo que con Cristiano Ronaldo. Alrededor de Diarra, ubicuo en defensa y ataque, se formó un magma que prometía fertilidad. La heterodoxia, el prejuicio, obligaría a decir Xabi Alonso donde uno ha escrito Diarra. Pero fue así: el juego se espumó en torno a Diarra. La temporada pasada perdió el puesto por una lesión cuando empezaba a desplegar un variado muestrario. Ayer volvió magnífico. Si alguien esperaba de él un mero bloque de granito negro, se equivocaba. Lo fue, pero además sacó al escaparate toda la joyería, taconazo incluido. Un químico diría que, al fin y al cabo, el carbón y el diamante son el mismo elemento. Ocurre lo mismo con Lass, ausente ayer por lesión igual que Cristiano.
El Madrid, pues, combinó por fin con Guti, Raúl, Kaká... todos bien, girando sobre Diarra, que además de pasar fetén en corto y en largo amurallaba la defensa. Xabi Alonso, el fundamento teórico, el manantial titular, se salió a veces por la tangente cuando quiso subirse a la noria. Al Madrid le faltaba sin embargo conectar con Benzema. Lo hizo una vez Raúl, pero el francés, solo ante Palop, se enredó de pies.
Marcelo, llegando por la izquierda, había sido la principal amenaza de remate, pero en defensa tuvo un error fatal: esperó pasivo un balón alto cruzado por Navarro, y Navas pudo saltar a gusto sobre él para marcar de cabeza. Se resolvió así un duelo equilibrado en el centro del campo que tenía más flujo que colisión hasta que, justo después del 1-0, una falta a Guti degeneró en desplantes, bravatas y tarjetas amarillas.
Contra ese Madrid de fútbol más cuajado, el Sevilla se ganó la ventaja en el marcador. Le costó detonar, pero siempre tuvo listo el percutor y algún estampido ya cayó sobre Casillas, Señor de los Reflejos, antes del descanso. La media sevillista sostuvo el desafío creador del Madrid, Navas le amargó la vida a Marcelo y por la otra banda zumbaron Perotti y Navarro. Y además estaba Negredo.
Negredo, de la casa blanca, encarna la clase de gente que desecha un club como el Madrid. Futbolista buenísimo, goleador impecable pero también muy lúcido y diestro para ver, jugar y servir el gol, le ofreció por ejemplo a Perotti lo que antes ya le había regalado a Luis Fabiano: un gol virtual. Era ya real, faltaba solo que Perotti empujara la pelota a dos metros de la raya, lo cantaba la grada. Y entonces Casillas silenció la coral. Si alguna vez un portero ha volado rasante, fue ayer él para impedir el 2-0.
Pepe marcó de cabeza el empate, y el partido vibró cada vez más en esa balanza. El fútbol pesó alterno hacia uno y otro lado, fuerte, tenso, atrevido y a toda velocidad. Nada se pudo descartar, ni siquiera cuando Renato hurgó con el 2-1 en la herida aérea del Madrid. Hubo emoción hasta el final. Fue el triunfo del más certero contra un rival derrotado pero indómito.




