
Se abrió la puerta de la Clínica y se hizo visible el perfil de Jorge Valdano y de Juan Carlos Hernández. Dirigente y médico. Dos rostros transparentes en esos momentos, atrapados en la más absoluta seriedad. Un mal presagio. Una confirmación al diagnóstico más pesimista en los mismos vestuarios de Mestalla. Pepe estaba roto. Lesión grave. La rodilla había reventado. El ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha estaba destrozado. Un daño que precisa de seis meses entre la operación y la posterior rehabilitación.
El primero en tomar la palabra fue Jorge Valdano. «Se nos ha lesionado un jugador de mucha categoría; no hay en el mundo uno como él. Lamentablemente, se han confirmado los peores presagios sobre la gravedad de la lesión de Pepe». Luego le tocó el turno al doctor Hernández. El especialista ya había analizado la resonancia magnética con detenimiento y no había ninguna duda.
Se cumplió el pronóstico
Se esfumó el diez por ciento de esperanza, sustentada en una rotura parcial, y había que asumir la gravedad del percance. «Sufre una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha. El resto de las estructuras de la rodilla están íntegras. Los ligamentos laterales y el menisco no están afectados. Tendrá que ser intervenido la próxima semana y el tiempo de recuperación será de alrededor de seis meses». La resolución sonó a «defunción deportiva».
El jugador abandonó la Clínica apoyado sobre las muletas y con la habitual sonrisa desdibujada. Apenas había dormido esperando la sentencia. Lo primero que hizo el médico fue hacerle ver que debe ser fuerte para abordar un proceso de larga duración y cuyos plazos pueden acortarse si todo sale bien desde el primer momento.
Pepe será operado esta semana. Ahora se están diseñando los pormenores de la intervención. Deben decidir qué doctor se encarga de llevar a cabo la artroscopia. Con los adelantos en la medicina no será necesario abrir la rodilla, sino que con esa simple intervención se puede retirar el ligamento roto y cambiarlo por uno nuevo. Éste es otra de los detalles a convenir. La nueva plastia se puede obtener por dos vías. La primera es hacer un injerto con masa muscular del propio jugador. Y la segunda, ponerle el ligamento de un cadáver, una práctica habitual en estos casos.
Lo normal es que a mediados de la semana estén los preparativos listos para acometer la operación. El jugador no será enyesado. Simplemente inmovilizarán la articulación hasta que el nuevo ligamento se asiente en la rodilla. En los primeros días no podrá apoyar y enseguida comenzará con la rehabilitación. Este último proceso será el más largo y delicado, porque requiere paciencia y muchas horas de trabajo en solitario.
Una buena noticia para el jugador es que la rodilla dañada estaba virgen y que se trata de un jugador joven, un valor importante a la hora de afrontar una lesión de este calibre. Raúl ya tuvo un percance similar, pero la rotura del ligamento sólo fue parcial y sólo estuvo fuera de los campos unos tres meses.
30 millones de críticas
La ausencia obligada de Pepe rescata del baúl de los recuerdos un tema tabú en la casa blanca. «La maldición de los centrales». Un asunto trillado en los medios de comunicación y que hoy vuelve a copar los titulares de cabecera. El Real Madrid había encontrado en el portugués al central que pusiese a casi todos de acuerdo. Un futbolista distinto a Fernando Hierro y a Manolo Sanchís, pero que había puesto fin a la sangría de teorías peregrinas que desprestigiaron el puesto cada vez que llegaba un hombre.
Pepe también fue el centro de las críticas. En una operación relámpago, Pedja Mijatovic, bajo el mandato de Ramón Calderón, anunció la contratación del central del Oporto a cambio de 30 millones de euros. El fichaje se puso en solfa desde el primer momento y tardó en encontrar el reconocimiento entre la crítica. Algo normal en la casa blanca porque el nuevo jugador era un desconocido para los seguidores y para un sector amplio de la prensa.
Y es que la criba de los centrales ha dado para escribir un libro. Los ojeadores y las distintas direcciones deportivas, aconsejadas o guiadas por los respectivos entrenadores, han naufragado en sus propuestas. Sin ir muy lejos, futbolistas como Fabio Cannavaro no llegó a cuajar completamente. Aprobaron y punto.
Hay situaciones más sangrantes. De los casos más recientes nos encontramos con Woodgate. El central fue fichado con un problema muscular y resultó ser un problemón. Su espalda se convirtió en una centralita que sólo ocasionaba cortocircuito. O Samuel. «El Muro» se transformó en pared de papel.
Más compleja fue la lesión coronaria de Aitor Karanka. O los problemas de ansiedad de Iván Campo. O la falta de calidad de Julio César.

