
Empleados de una sucursal de Viajes Marsans en Castilla La Mancha celebran el premio /EFE
Actualizado
Martes
, 09-02-10 a las 18
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Gema sigue en la oficina. Atiende el teléfono de la sucursal de viajes Marsans en la calle Bravo Murillo 260, en Madrid. Pero hoy es un día diferente. Responde al teléfono y mantiene la oficina abierta por profesionalidad, pero lo que le pide el cuerpo es echar el cierre e irse con los suyos a celebrar. Tiene motivos. Desde hoy, ella y su familia son millonarios.
Ya nunca olvidará el 22 de diciembre de 2009, el día, que un niño de San Ildefonso cuyo nombre probablemente siempre recordará cantó el número que habían comprado ella y sus compañeros de trabajo, el 78.294. A ella le caen 900.000 euros, pero repartirá a partes iguales con su madre y su hermano. A décimo por barba.
Cortejada por los bancosGema, que no quiere que se divulgue ni su apellido ni su imagen, ya nota cómo su vida ha cambiado. Antes estaba acostumbrada a que el banco sólo esperara el pago mensual de la cuota del préstamo hipotecario que le adeuda. Esta mañana, por su agencia de viajes, ha pasado media docena de empleados de banca ofreciendo sus servicios. Caixa Sabadell, Banesto, ninguna entidad de la zona ha dejado pasar la oportunidad de darle coba a la habitualmente anónima Gema. "Pagaré lo que me queda de hipoteca y luego ya veremos", les contesta ella, sin querer comprometerse con nadie.
Tampoco los periodistas habían fijado nunca su atención en esta mujer de 37 años. Hoy, ha tenido que explicarles a cámaras de todas las televisiones, que no, que no quiere salir ni que le hagan fotos. "Yo sólo quiero cerrar e irme a disfrutar con mi familia". A lo que sí ha accedido es a explicar cómo se ha enterado de la buena nueva. "Me ha llamado mi compañero, que hoy estaba librando, y me ha dicho que mirara a ver lo de la Lotería". Y sí, fue que sí. Que les ha tocado el Gordo. Poco después de colgar el auricular, la radio confirmaba la noticia.
Gema apura ahora risueña su jornada laboral. "No pienso dejar el trabajo porque no creo que el premio dé para tanto y además a mí me gusta mi trabajo", explica, pero no olvida lo mucho que le va ayudar a su madre, "que cobra una porquería de pensión de viudedad".
Sobre cómo se encaja una noticia así, Gema dice que "al principio no te lo crees". Ahora que ya ha dejado de frotarse los ojos, Gema echa el cierre del negocio y enfila el camino a casa. Tiene mucho que celebrar con los suyos. "Lo primero será una buena comilona". Un buen plan para empezar a disfrutar de una vida nueva.