La genialidad con el tacón del centrocampista en Riazor rescata el debate que siempre le ha perseguido:su inspiración contra su entusiasmo

Lunes
, 01-02-10
«Ni una más», espetó Jorge Valdano con voz marcial en el pasillo de los vestuarios de Alcorcón. El destinatario del reproche era uno de sus protegidos, uno de sus «hijos». Era Guti, después de escenificar un incidente cargado de descortesía con Manuel Pellegrini en el descanso del partido de Copa.
El dirigente se vio en la obligación de remangarse. De aplicar el tirón de orejas a uno de los suyos. Él mejor que nadie conoce los métodos de motivación y de freno que tienen efecto sobre el «14». Ya se reunieron en el verano para calibrar el nivel de compromiso del jugador y ahora, brotado el primer escollo, había que hablar.
Cada proceso que afecta a Guti es de resultado imprevisible. Es un jugador diferente. Con personalidad. Un «Curro Romero». Un «Morante». Vive así, casi ajeno a las normas elementales. Refugiado en su talento y atrapado en su carácter ciclotímico. Jekyll y Hyde. Genio e ingenuidad. Ahora no juego y quiero mancharme. Luego sí juego y pretendo acabar mi carrera en el Real Madrid. Traspapelo los horarios de entrenamientos como levanto la bandera del compromiso. Ahora me hago un tatuaje, luego me cambio el color del pelo. Un día se ve sentado en un banquillo con la chaqueta de entrenador y otro día disputando el circuito profesional de golf... Ahora desaparezco del equipo, luego me pongo a jugar y me marco un taconazo para que Benzema se anote el gol.
Es el carrusel de Guti. Su tiovivo particular. Su manera de entender la vida y el trabajo. Nadie lo puede cambiar a estas alturas. Este fin de semana ha copado los titulares por la arista más gratificante. Otro día tocará remar contracorriente.
Elogios a raudales
«Tacón de oro», «Tacón de Dios», «Detalle de lujo», «Tacón de genio»... Guti fue el héroe de Riazor. Sin marcar, se llevó los elogios del asalto al fortín gallego. Una exhibición que rescata el eterno debate desarrollado a su alrededor. ¿Por qué no juega siempre así? No hay una respuesta contundente. O quizás una. Es Guti. Y seguirá jugando bien hasta que él quiera.
Sus detractores mantienen la escopeta cargada. Esperan el desliz. De momento, ha recobrado la confianza de Pellegrini. Como al principio de temporada. Y eso que no es uno de los jugadores predilectos del presidente. Más bien todo lo contrario, pues ya se ha filtrado que tanto él como Raúl deberían abandonar el club a finales de la temporada -todavía tienen un año más de contrato- para abordar la metamorfosis en el vestuario.
Pero a Guti no le influyen este tipo de mensajes subliminales. Está por encima de todo tipo de prejuicios. Hoy, su trabajo es muy aprovechable para los intereses del Real Madrid. Y es feliz. En el vuelo de regreso a Madrid desde Santiago no paró de sonreír. De jalear y bromear con sus compañeros . Parecía el niño de los zapatos nuevos. Y Pellegrini estaba contento. Y Valdano, su valedor, también.