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Columnas / tribuna historia

Asedio y conquista de la Plaza de Antequera

«Con la toma de Antequera, quedaba abierta la puerta para dar el gran salto a la conquista de Granada, en el Reino Nazarí, y acabar de ese modo con la dominación árabe en nuestra Patria»

Día 20/08/2010 - 06.57h
Se cumple, en este año 2010, el VI Centenario del asedio y conquista de la importante Plaza de Antequera, por el Infante Don Fernando de Castilla, hijo menor del Rey Don Juan I y de su esposa Doña Leonor de Aragón y hermano de Don Enrique III «El Doliente», regente de su sobrino el Rey Don Juan II. Con la toma de Antequera, quedaba abierta la puerta para dar el gran salto a la conquista de Granada, en el Reino Nazarí, y acabar de ese modo con la dominación árabe en nuestra Patria. Sin embargo, ni Don Juan II de Castilla, y mucho menos su hijo y sucesor Don Enrique IV «El Impotente» fueron capaces de llevar a efecto una empresa tan fabulosa, que se vería demorada nada menos que en ocho décadas, pues no sería hasta 1492, cuando la hermana de Don Enrique, Doña Isabel y su esposo Don Fernando, culminaran esa larguísima guerra de «Reconquista», con la toma de Granada, y la expulsión total de los árabes de la Península.
En los primeros días de abril de 1.410, estableció el Infante Don Fernando su Real en el alcázar de Córdoba, donde convocó a Consejo a sus nobles y capitanes, para definir el objetivo de la campaña. Reunido éste, opinaron unos que la plaza a conquistar debía ser Baza, por ser tierra llana y mas fácil su ataque, otros, que fuese Gibraltar, ya que podría atacarse también por mar con el apoyo de la flota castellana, otros, en fin, que Ronda por su indudable importancia estratégica. Sin embargo, el Infante se decidió por Antequera.
Zanjada pues la cuestión sobre la plaza a conquistar, el 21 de abril de 1.410, salió de Córdoba Don Fernando con su ejército, plantó su Real en Alhonoz, en término de Estepa. Allí se detuvo el Infante, al ser sorprendido por un gran temporal de agua y viento.
Aún no había amanecido en la larga madrugada del 25 de abril, cuando el Infante Don Fernando ya se encontraba al frente de su ejército en las inmediaciones del Río Yeguas, cuando, al parecer, surgió una fuerte controversia entre sus capitanes sobre la conveniencia o no de retrasar el cruce del río. El Infante los cortó en seco diciendo: «Partimos, señores, crucemos el río» sálganos el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera». El ejército cristiano cruzó el rio sin novedad, y desde entonces, la célebre frase de Don Fernando quedará para la historia. A comienzos del Siglo XV, la Villa de Antequera estaba situada sobre una antigua plaza roman, cuyos vestigios hacen suponer que era de mayor extensión que la musulmana.
Llegado el ejército cristiano ante las murallas de Antequera, el Infante Don Fernando, mandó plantar sus tiendas en la falda del cerro de la Cruz, junto al convento de Padres Franciscanos. Al día siguiente de su llegada, ordenó reconocer con detalle el terreno que circunda la plaza así como la ocupación, por parte de su ejército, de dos alturas dominantes de gran importancia estratégica. Ahora, setenta y un años más tarde se repetía dicha operación, pues en cuanto el Rey de Granada tuvo noticia de la salida del ejército cristiano y de que su objetivo era Antequera, ordenó las necesarias levas para reunir con urgencia un numeroso ejército para socorrerla. Al día siguiente, 5 de mayo, presentó batalla Don Fernando, siendo vencidos los moros en el paraje conocido como «La Boca del Asno», destacando por su ardor en la pelea los caballeros mandados por Don Lope Ortiz de Estúñiga, Alcaide Mayor de Sevilla. Vencido el ejército granadino, el Infante Don Fernando, reanudó sin demora los preparativos para el asedio y posterior asalto a las murallas de Antequera. Conocedor del arte de la guerra, de sus lecturas, recordaba el Infante que las legiones romanas utilizaban en el asalto a plazas fuertemente fortificadas unas impresionantes máquinas de guerra, denominadas «bastidas».
Pronto llegó a su conocimiento que en la ciudad de Sevilla residía un hábil maestro carpintero, llamado Juan Gutiérrez, natural de Carmona, que ya había acreditado sus buenas dotes en la construcción de bastidas. Encargó Don Fernando al tal Gutiérrez la construcción de dos bastidas, así como de una gran torre o escala de asalto. Trabajó de firme Juan Gutiérrez y sobre finales de mayo de 1410 tuvo por finalizado su trabajo,
Llegado el convoy a Antequera, el Infante ordenó armar las bastidas y la torre de asalto para acercarlas a la zona amurallada. Se pusieron a ello los peones, pero al ir poco protegidos sufrieron gran mortandad por los tiros de ballesta de los sitiados, por lo que el Infante desmontó su caballo y tomando en sus manos una de las espuertas llenas de tierra, caminó a pecho descubierto bajo una verdadera lluvia de flechas y viratones y la vació en el foso diciendo: «Habed vergüenza y haced lo que yo hago». El 27 de junio ordenó Don Fernando un primer asalto, resultando éste fallido, por lo que el Infante hubo de desistir. En esta situación, iba transcurriendo lento y tedioso el verano de 1410. Reparada la torre, y para conseguir una mejor maniobra en las bastidas, le habían aconsejado al Infante traer marineros de Sevilla. Hasta el Real de Antequera llegaron estos marineros al mando del contramaestre de las Atarazanas Rodrigo Alonso, y su actuación en la toma de Antequera fue muy eficiente. Dispuesto al asalto definitivo, el 15 de septiembre, reunió Don Fernando a sus nobles y capitanes, a los que hizo saber que al alba del siguiente día habían de asaltar la torre principal de la villa. Don Fernando tenía concertadas unas señas con Juan Gutiérrez de la Torre, mientras tuviese el puño de la mano derecha cerrado, debería tenerse ésta «erguida y quieta» y cuando lo abriese e hiciese señas para sí, debería echarla sobre la torre. Cuando el Infante le hizo a Gutiérrez la señal, los hombres de armas subieron conducidos por el capitán García Fernández Manrique. Se echó la compuerta sobre la torre de la muralla y los soldados del Infante se lanzaron al asalto, pronto no quedó un defensor vivo en la plataforma de la torre. Conquistado el torreón principal y tomado el postigo, penetraron por él las tropas de Don Fernando, retirándose los moros a través de callejuelas situadas bajo los adarves de la muralla. Aceptadas las condiciones por parte del Infante Don Fernando, en la mañana del 24 de septiembre de 1410, hizo éste su entrada solemne en la plaza, recibiendo las llaves de manos de su Alcaide y ordenando, que de inmediato, se izase el pendón de Castilla en lo más alto de la torre del homenaje. La Villa de Antequera y su castillo, quedaban desde ese día, incorporadas a la Corona de Castilla, en nombre del Rey Don Juan II.
En Antequera, con gran solemnidad se bendijo el templo con el nombre de San Salvador, que se instaló en la misma mezquita musulmana. El día 3 de Octubre, levantó el Infante el campo, tomando el camino de Sevilla. El recibimiento en Sevilla fue apoteósico. De Sevilla partió para Guadalupe y de allí siguió a Toledo, Dos años mas tarde (1412) el Infante Don Fernando sería elegido por el «Compromiso de Caspe» para ceñir la corona de Aragón, donde reinaría como Don Fernando I «El de Antequera».
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