Frente a esa melancolía más o menos generalizada que asegura sus convicciones sobre las bases de que cualquier tiempo pasado fue mejor y, consecuentemente, también la humanidad que le dio vida, la realidad, la calle, siempre te ofrece hallazgos maravillosos como para, al menos, poner en dudas tan indestructible fe. Hoy les quiero presentar a un hombre que lo puedes echar a pelear con las mejores generaciones de sevillanos irrepetibles. De esos sevillanos que sigue dando la calle cuando la calle es el laboratorio donde bullen las claves populares sevillanas. Traverso, de ascendencia italiana, es un policía local veterano, casi de la quinta de Asdrúbal, al que el servicio le ha dado una baja médica de las de verdad, por una mareante lesión de cervicales. Este año he podido seguir escuchando los latidos de su fuerte corazón local gozando del Atlántico de bajura en el barco de su hermano, junto a un abogado de apellido compuesto que tiene cierta ascendencia sobre la policía local de Chipiona y los langostinos gordos de la plaza de Sanlúcar.
Traverso es bético hasta las trancas, le habla al menudo cuando lo cocina y solo se le ve serio cuando va al especialista. Es un tipo para un libro y en más de una ocasión se lo recomendé a Jesús Quintero como reliquia en mistela del siglo de oro de nuestros personajes más populares. Podría ir junto en la misma gavilla con Sieterevueltas, el Potra y el Traga. Solo la seriedad con la que se toma su trabajo nos ha impedido verlo en los Ratones Coloraos. La placa exige respeto y el cuerpo es el cuerpo aunque no se parezca al de Elsa Pataky. Juan no es chistoso, ni guasa, ni agradaó. Juan tiene el don de la picardía napolitana y el ángel de Triana en la barriga. En el cine hubiese sido una pareja excelente de aquel Sordi que interpretó el marqués del Grillo.
No suspira el Betis de felicidad y son días de castaño a oscuro para la gente del Villamarín. Traverso no es bético. Es verde como las chaquetas del master de Augusta. Verde como la sangre de la kriptonita. Verde como el gigante del maíz que compra usted en Mercadona. Tan bético es que ya no va al campo y sigue al Betis en el coche y por la radio con su alma gemela, José Luis. Otro que baila en verde, piensa en verde y siente en verde. En el coche y con la radio encendida son incapaces de seguir el partido. Tienen enclaves mágicos en pueblos lejanos donde no se tiren cohetes o no vuelen patos. Todos estos signos nefastos para la suerte del partido. Y cuando ven una banda de patos volando o tronar un cohete apagan la radio porque eso es mal bajío, gol contrario seguro. A José Luis, gran dibujante, le encargaron un día la confección de un diploma para cierta empresa aeronáutica que tenía que entregarlos a una promoción coreana. El Betis está en Corea porque José Luis dibujó en el Non Plus Ultra de los diplomas un viva el Betis en miniatura digno de una portada de Feria. Traverso quería felicitar públicamente a Mercedes Alaya, la juez salvadora de su pasión. Aquí la tienes, Juan. Y que Sevilla siga pariendo gente como tú y tu compadre.