Fernando Alonso va en avión en el desenlace del Mundial. También ganó en Singapur, una plaza que se ha convertido en simbólica para él. Ha visitado tres veces el maravilloso país asiático, ha ganado dos y subido una más al podio. Su triunfo ha sido incontestable, de principio a fin, y le ha proporcionado suculentos dividendos. Ya está a once puntos del líder del Mundial, Mark Webber, después de que Hamilton se retirase con un enfado de mil demonios.
Alonso no permitió intromisiones. No consintió que Vettel le intimidase en la salida. Cerró la puerta sin contemplaciones y mantuvo el orden. Tampoco hubo alteración en los cambios de neumáticos. Los empleados de Ferrari volvieron a ser muy rápidos y Alonso no perdió la cabeza.
Y tampoco el coche de seguridad modificó la situación, pese a que favoreció claramente a Mark Webber, que circulaba retrasado treinta segundos respecto a Alonso y recuperó terreno a bocados. Para entonces, Hamilton ya había lanzado el volante al asfalto, enrabietado, después de un toque con Webber al intentar rebasarle.
Vettel persiguió sin fruto a Alonso hasta el final. Tampoco intentó asaltar su posición, desbancar al español con un adelantamiento que nadie adivinaba fácil.
Vettel se contuvo, aunque trató de asustar al asturiano siempre pegado a su rueda. No lo hizo. Alonso mantuvo la calma y alzó otra vez los puños. Con rabia y euforia esta vez. Está ahí, a un bocado del título.



Brasil

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WILLIAMS
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Bélgica (Spa-Francorchamps)
Italia (Monza)
Singapur (Marina Bay)
Japón (Suzuka)
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