Gracias a los controladores aéreos, hemos descubierto que la maldad, la premeditación, la alevosía y la ventaja siempre serán peores que la torpeza y el sectarismo político que desde hace años nos carcome. Ha bastado que un puñado de individuos se haya puesto de acuerdo para destrozar los planes de cientos de miles familias, arruinar un número indeterminado de proyectos profesionales y provocar pérdidas millonarias en varias empresas, para abrir los ojos y reconocer las prioridades sin pestañear.
Gracias a los controladores aéreos, de pronto el Partido Popular ha respaldado al Gobierno socialista y el Gobierno socialista ha agradecido la colaboración del PP. Ni la crisis ni las catástrofes ni el terrorismo lo habían conseguido antes. Tan sólo ha hecho falta que un grupo de desalmados se haya zurrado en el prójimo con egoísmo y chulería, para que dos partidos políticos acostumbrados a tratarse como enemigos y no como rivales, hayan descubierto que los enemigos eran quienes habían paralizado el país a traición y por sorpresa.
Gracias a los controladores aéreos hemos corroborado que tenemos una gran vulnerabilidad y que esa especialidad no puede estar en manos de un grupo que actúa con la crueldad de una mafia y los abusos de un monopolio. Es muy triste tener que escribir algo así, pero parece claro que si algo es malo para los controladores aéreos, debe de ser buenísimo para el resto de la sociedad española.
Gracias a los controladores aéreos, somos conscientes de la obscena complicidad de más de dos mil médicos que deberían responder por los falsos partes de baja que han amañado para que funcione el artero plan de joder, fastidiar y hacer daño a los demás, diseñado por la dirección de los controladores. Bastaría con identificar a esos médicos inescrupulosos, para que de una vez por todas se acabe con el cáncer de las bajas falsas que infecta la economía y la convivencia laboral.
Gracias a los controladores aéreos hemos recordado que carecemos de protocolos de emergencia para solucionar posibles problemas como el de ahora u otros que podrían generar los pilotos e incluso el personal aeroportuario de tierra. Y que conste que el problema no es de naturaleza gremial sino de marco institucional. Es decir, que no sólo tienen que existir leyes claras que regulen las actividades de ciertos sectores estratégicos, sino que estas leyes además deben cumplirse. Soy partidario de retirar las licencias de ejercicio profesional a los trabajadores que atentan contra los ciudadanos, ya se trate de pilotos o controladores.
En realidad, gracias a los controladores aéreos y a su interesada estrategia de chantajes, prepotencia y toma de rehenes, ahora todos tenemos claro cuáles son las líneas rojas que no hay que cruzar a la hora de llevar a cabo huelgas y protestas. Espero que partidos y sindicatos tomen nota, y que todo el peso de la ley caiga sobre los controladores aéreos.


