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sol921

Columnas / la tribu

Tabaco y trucos

Saben hasta dónde es capaz de llegar un fumador, con tal de encender un cigarrillo

Día 15/01/2011 - 21.42h
Para los que entendemos muy bien hasta dónde puede llegar una persona por un cigarrillo, todo cuanto nos cuentan que están inventando bares, restaurantes y clientes, es poco. Ayer me contaba un amigo cómo de madrugada, cuando se veía sin tabaco, recurría a darle la segunda vuelta al cenicero, y se ponía a encender colillas como un mendigo callejero de otro tiempo. Hemos visto a bronquíticos enchufados a las gomas del oxígeno cómo le hacían sitio —no sabemos dónde— en sus pulmones a diez o doce caladas furtivas, hombres que estaban asfixiándose en su agonía y pedían como santolio y como última voluntad quedarse a solas con un par de Celtas.
Dicen que algunos bares colocan en las terrazas mesas camillas para que el personal pueda fumar sin morirse de frío, pero daría igual si no las pusieran, porque un fumador empedernido es capaz de fumar dentro de un polvorín. Sé de quienes en su vida pisaron una güisquería para buscar trato carnal, pero un día, a eso de las tres de la madrugada, cansados de buscar un bar abierto, tomaron el camino de la capital y cruzaron la puerta de luces parpadeantes porque dentro estaba una pasión rubia, veinte veces repetida, dentro de una cajetilla. No habrá ley que le pueda a los mil trucos de un fumador. Tendrían que haberlo hecho de otra manera, no sólo prohibiendo de golpe y porrazo, que el vicio del tabaco no se quita con un golpe de guillotina. Tendrían que haberlo hecho mejor, con más tiempo, preparándonos para que dejemos de fumar, no castigando como castigan y, encima, con la chulería de permitir máquinas expendedoras de cigarrillos junto al letrero de prohibido fumar. Son unos bordes, unos inmisericordes. Eso no se hace, por más bueno que sea acabar con el tabaco. Hay que empezar de otra manera. Si pregonamos que la delincuencia se arregla con una buena educación básica, ¿por qué no decimos lo mismo del tabaco? ¿Imaginan una tienda que venda ganzúas junto a letreros de prohibido robar? ¿Así se alecciona a quienes tienen inclinaciones delincuentes? Con una mano nos golpean en la boca si nos ven con un pitillo, y con la otra nos tientan para comprarlo, porque necesitan de nuestros impuestos. Saben hasta dónde es capaz de llegar un fumador, con tal de encender un cigarrillo, y esta ley, en algunos casos, es como quien espera, con la escopeta cargada, el paso de la liebre que va por necesidad al abrevadero. Acabemos con el vicio de fumar, de acuerdo, pero no machaquemos a los fumadores, enfermos al fin. También la torpeza de los dirigentes perjudica la salud.
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