CARLOS Cano, una voz que hoy hubiera puesto letra y música al desencanto, cantaba una canción muerto Franco que se llamaba El Salustiano. Recuerdo aquel disco, un LP decíamos, de título A duras penas, porque me lo aprendí de memoria, y porque me ayudó a entender que la inteligencia de un artista es siempre mayor cuanto más libre. La canción era y es una copla llena de ternura y dolor en la que se relatan las penas de los españoles que se vieron obligados a atar una maleta con una cuerda, llenarla de chorizos y queso e irse a Alemania a buscarse las habichuelas.
Carlos murió hace diez años, y creo que si estuviera vivo no tendría inconveniente en sacar del arcón a su Salustiano. Quizá debería estilizarlo un poco, o mucho, porque ya el de ahora habla idiomas, es universitario, culto, preparado, sin complejos. Pero tiene que irse a Alemania a trabajar porque aquí no puede, y parece que no podrá en mucho tiempo. Escuece saber que en cada ingeniero que le vamos mandar a la señora Merkel el Estado ha invertido 50.000 euros. Conviene mirar a otra parte porque si uno pregunta sencillamente: ¿y de esto, quién responde?, entonces no hay culpable. O sí, sí que lo hay, aunque si lo señalas te llamarán antipatriota y demagogo. El culpable ahora habla de España, y recordaba ayer en Zaragoza eso de que España es lo único importante, que era el lema de Fraga en una campaña electoral de AP. ¿Cómo ha llegado Zapatero a decir que España es más importante que el PSOE habiendo dicho como ha dicho que como nación los españoles tenemos una patria discutida y discutible?
Acaso ese es el problema, que no recuerda. O que vive mejor sin recordar. Sin memoria los hombres son felices, pero todos sin excepción mueren tristes. Porque en el último segundo recuerdan lo que no quieren pero es verdad. La agonía te delata tanto como la mentira. Zapatero agoniza políticamente y empieza a recordar. Sólo así puedo entender el discurso de ayer a los suyos. Entre ellos reconozco a algunos que son honrados dirigentes, preparados, serios y rigurosos. Me asalta la duda cuando les veo aplaudir con efusión y destreza sabiendo como sé que esa escenificación de la unanimidad es incierta. Que José Blanco diga que no ha conocido un socialista mejor que Zapatero no significa nada, o casi. Su ignorancia se debe a que o ha leído poco la historia del PSOE —pobre Besteiro—, o que, como dijera Unamuno, no ha viajado. En las agrupaciones del PSOE de toda España hay viejos socialistas dignos de ser conocidos. Quizá Blanco no los conoce. Y lo entiendo. Aunque puede que a quien no conozcan sea a él. Mejor no tomar riesgos. Pero yo quería hablarles del Salustiano de 2011, el que habla idiomas, el ingeniero español que se va a Alemania, el que no entiende nada y escucha a Zapatero y se pregunta: pero este hombre, ¿de qué habla?


