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sol921

Columnas / puntadas sin hilo

Último tango en San Telmo

Día 06/02/2011 - 08.37h

Confieso que no he visto «Último tango en París»; cuando a los de mi generación nos estalló la testosterona los convencionalismos sociales se habían relajado y no hacía falta tragarse un ladrillazo de película existencialista como coartada para ver un poco de tetºa y culo. El destape ya había cruzado los Pirineos, y claro, entre Bertolucci y Pajares y Esteso los chavales apostábamos sin dudarlo por la nalga hispana. Para los de mi quinta, el fotograma de María Schneider y Marlon Brando con las piernas entrelazadas representa más bien un icono de frustración antes que de revolución sexual, porque nos parecía patético tener que viajar a Perpignan para poder ver desnuda a una actriz que no llegaba a la suela del zapato a Jenny Llada.

La desaparición de Schneider y el revival melancólico consiguiente ha servido para comprobar el cambio sideral que ha experimentado la sociedad desde que la película de Bertolucci disparase el tránsito en la frontera francoespañola. En política, sin embargo, el tiempo parece correr de otra manera, y coincidiendo con el fallecimiento de la actriz se han publicado declaraciones que pretenden retrotraernos a aquellos años en los que la democracia apenas balbuceaba. Para combatir unas encuestas decepcionantes, el PSOE parece apostar por el viejo manual del dobermann, y lleva días intentando transformar al PP en una UCD de nuevo cuño que recela del modelo autonómico y pretende imponer un centralismo de efecto discriminador. Esos dirigentes socialistas que afirman orgullosos que no darán «ni un paso atrás» en la lucha por la autonomía producen tanta ternura como el filetazo de Brando y Schneider sobre el suelo del apartamento parisino: iconos de una época lejana en la que todos éramos más jóvenes.

El PSOE puede bailar todos los tangos que quiera, pero si la recuperación del voto perdido pasa por endosar a Arenas el «andaluz, este no es tu referéndum» y presentar al PP como una amenaza para la autonomía, va a necesitar toda la producción de mantequilla de Puleva para que un argumentario tan cándido penetre en la opinión pública. La coyuntura demoscópica no reclama amenazas, sino soluciones, pero a veces parece que en las dependencias de San Telmo algún estratega está convencido de que María Schneider sigue bailando el tango con Brando en una habitación de París.

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