Han pasado 25 años, pero Jane Badler conserva la misma mirada de «lagarta» con la que cautivó a la audiencia con su personaje de Diana, la enigmática extraterrestre de la serie «V». La actriz ha estado de visita en España para presentar la segunda temporada de la nueva versión de «V», que los lunes se ofrece por TNT y que también va a poder seguirse por las autonómicas.
—¿Qué se siente al reencontrarse con su vieja amiga?
—Ha sido una sorpresa, y llena de emociones. Al principio tuve una sensación agridulce. ¿El motivo? Me sentía feliz, pero también tenía mis miedos por si el público —Diana se recuperaba para la serie veintitantos años después— no sabía quién diablos era el personaje. Soy una fan de «Facebook» y de inmediato me di cuenta de la grandeza de Diana. No se han olvidado de ella y, aún más, hay foros dedicados al personaje. Volver a ser Diana me está permitiendo mostrarla tan mala como siempre, pero más madura.
—¿Cuál cree que es el secreto de Diana para gustar a generaciones tan distintas?
—En sus orígenes «V» tocó una vena sensible que había en la sociedad. Se hablaba de libertad, de opresión, de fuerzas invasoras, y también había muchos efectos especiales que no se habían visto en TV. Sinceramente, creo que el éxito del fenómeno «V» a través de los años se debe a una extraña mezcla entre el boca a boca de los fans de la primera y de los que la siguen ahora. Bueno, y al talento de su guionista Kenneth Johnson, que ha sabido dar con el gusto del público.
—Su incorporación a la serie no habrá sido muy complicada...
—No crea. Volver a ser D-I-A-N-A no fue una tarea fácil, ya que tuve que superar unas pruebas de selección muy duras y a las que se presentaron muchas candidatas. Pasé un verdadero estrés, porque no quería que el papel (pone cara de su personaje) se lo dieran a nadie más que a mí. ¡Lo quería con locura!, y al final me lo dieron. Me siento muy feliz con poder devolver a los fans el personaje que tanto amaron.
—¿Qué queda y cómo es la nueva Diana?
—Vuelvo como madre, pero nada amorosa. La Diana de ahora es más paciente y más sabia. También es más tranquila y razonable. Todo esto solo en apariencia, puesto que no hay que raspar mucho para encontrar la lagarta insaciable que siempre ha sido. No tiene amigos y quiere vengarse hasta de su propia hija.
—Vamos a verla comer algún humilde ratoncillo...
—No voy a comer ni ratones ni ratas. Me han puesto a dieta de ellas. Es algo que me decepcionó mucho. Mi hija en la serie, Anna (Morena Baccarin), va a comerse un ratón en homenaje a mi personaje. ¡Qué envidia!
—¿Han cambiado mucho los efectos especiales en la serie?
—Recuerdo que en la primera «V» estábamos rodeados de máquinas: para la famosa y clásica escena de la rata estuvimos dos días. Ahora estás sola y con un «croma» siempre detrás de tu nuca... Tardé dos episodios hasta acostumbrarme a ello.
—En la nueva «V», además de usted, aparece otro compañero, Marc Singer, el periodista rebelde Donovan... ¿Van a aparecer otros?
—Ha sido un reencuentro emotivo, ya que los productores lo tenían en secreto. ¿Incorporar antiguos personajes? Creo que no es ese el plan.
