Los sucesivos escándalos de corrupción que han sacudido en las últimas semanas a la Junta han contribuido a engordar la leyenda negra de Andalucía. El tópico del andaluz indolente que vive de los subsidios y de la picaresca se ha reforzado de Despeñaperros hacia arriba con estos recientes episodios de fraude generalizado en los ERE y en las ayudas comunitarias para la creación de empleo. Los tópicos se originan a partir de una realidad puntual, de una verdad a medias. Al generalizarse y distorsionarse se convierten en una mentira completa que pesa como una losa y que es imposible eludir cuando se trata de reivindicar la naturaleza real de un suceso determinado.
La posible distorsión de la imagen exterior de Andalucía como consecuencia de los últimos escándalos políticos se evitaría con una decidida actuación de la Junta para esclarecer los hechos y delimitar las responsabilidades políticas. Pero aquí, pese al lema esgrimido del «caiga quien caiga», se ha descartado investigar el caso en el Parlamento; se ha descalificado a los medios de comunicación que, como ABC, han destapado los fraudes; se ha atribuido la complicidad y el absoluto descontrol administrativo de la Junta a la obra de «cuatro o cinco golfos»; se ha demonizado a la oposición, y, para colmo, se ha obstruido la investigación judicial. Incluso en el PSOE hay una corriente crítica con el actual consejero de Empleo, Manuel Recio, pues se considera que ha ido demasiado lejos al reconocer que existía un centenar largo de «intrusos» en los ERE investigados.
Ahora, cuando los casos de corrupción brotan como hongos y el desprestigio de la marca Andalucía, de la que el PSOE se había apropiado para su particular beneficio, alcanza cotas preocupantes, nos llaman a todos a defender nuestra integridad como pueblo. No se dan cuenta de que en las actuales circunstancias Andalucía necesita como medida primaria y urgente que los que han convertido la Junta en una agencia de colocación en la que toda corruptela tiene su asiento se marchen. Ya ha pasado la hora de esconder la basura debajo de las alfombras. Es éste un tiempo para regenerar los hábitos políticos de una Andalucía que en treinta años de socialismo ha vuelto a resucitar los viejos vicios de un caciquismo que creíamos desterrado para siempre.
aybarra@abc.es



