Los ministros de economía de la zona euro han puesto en marcha el plan de rescate para Portugal y afrontan los primeros ajustes a los que previamente diseñaron para las economías de Grecia e Irlanda. Ese reajuste significa que las recetas pensadas inicialmente aún no han funcionado como estaba previsto, lo que debería llevar a una revisión muy seria de algunas de las premisas en las que se han basado dichos planes. Y lo primero que debe ser analizado es el impacto social de los recortes presupuestarios que —como ya se ha visto— llevados al extremo pueden hacer que sea peor el remedio que la enfermedad.