La hermana muerta» es un libro sereno y amargo, lleno de reivindicación de su hermana Lola, magnífica escritora, pintora, creadora de arte...
—...Y a la que yo debía este libro porque su muerte, por un infarto de miocardio, nos dejó a todos desnortados y destrozados. En menos de dos años, se me han juntado la muerte de mi hermana, la de mi padre y la de mi patrón, Guillermo Luca de Tena. El libro es una catarsis para honrar la memoria de mis muertos.
—¿El recuerdo de la muerte es tan afilado como el estilete que se adentra en las venas?
—Durante dos años, donde yo ponía los ojos todo era memoria de la muerte. Era muy difícil que pudiera de nuevo haber vida, una alegría.
—¿Y ante el derrumbamiento, qué hizo?
—Dios me dio la fuerza suficiente para empezar a ver ya de nuevo la luz. Dedico un poema a mi querida Petisa, que se mantuvo tremendamente firme en la muerte de su padre, nuestro querido patrón Guillermo Luca de Tena. Y un día, en el Museo de ABC, se echa de llorar y se siente tan mal que cuando sale se va sola caminando por Madrid. Me conmovió.
—En su libro combate la muerte, desde esas noches en la que arden los recuerdos.
—Este es el libro en el que me quedo solo. Es el enfrentamiento más duro frente a la muerte. A partir de ahora, como digo en uno de los versos, Señor, yo estoy aquí en primera fila, haz lo que quieras.
—Pero usted jamás caminará solo.
—Tengo una familia de amigos, de compañeros, muy buena, y no hay que tenerle miedo a la muerte, ni a las palabras. Muchos amigos me han criticado por titular «La hermana muerta». Nos hemos vuelto ñoños. Queremos edulcorarlo todo.
—¿Qué hay más allá de la muerte?
-Soy católico y creo. Me duele enormemente pensar en quienes no creen. Debe de ser dolorosísimo soportar una muerte sin creencia ni esperanza. Me apenan los que no creen, para ellos la muerte debe de ser un capítulo espantoso, de suicidio.
—En su libro no hay estridencia, ni griterío, pero habita la esperanza de la otra vida
—Yo creo en la otra vida. Y que mis seres queridos me apoyan, están ahí, me ayudan. Hablo con ellos.
—Porque «nunca se acaba lo que acaba, que se queda a vivir en la memoria» (Manuel Alcántara).
—Nos hemos vuelto hedonistas, pero a la hora de la verdad hay una cosa tremenda: la soledad, lo que has perdido, lo que has amado y se ha ido...
—¿La muerte no acaba con la hermana muerta?
-No. La muerte es un paso más hacia esa luz donde todos nos encontraremos.
—Nélida Piñón dialoga con sus vivos amados, muertos queridos. ¿Usted habla con sus seres?
—Noto su presencia con absoluta verdad. San Agustín decía que eran invisibles, pero no ausentes. Y eso, lejos de ponerte nervioso, te tranquiliza, te serena, te da una ayuda interior enorme.
—¿La vida encierra más misterio que la muerte?
—Sí. La muerte es tránsito, y la vida está llena de recovecos, infamias, ambiciones, persecuciones.
—¿Tenemos marcada la fecha de caducidad?
—Absolutamente todos. Mi hermana Lola, persona vital, dedicó los últimos meses de su vida a despedirse. Y el día la Ascensión del Señor, al mediodía, se queda dormida con una serenidad enorme.
—Hay un recuerdo en su libro a Dani Jarque, el futbolista del Español de Barcelona.
—Me estremeció. Ese hombre estaba lleno de vida y cuando hablando por teléfono con su mujer. embarazada, de repente apareció la muerte.
—Usted, que escribe su obra, como dice Pureza Canelo, a golpe de corazón, defiende las causas «preteridas». Quedan pocos paladines como Castelo.
—Porque pienso que el día de mañana yo también seré un escritor preterido al que nunca faltará algún escritor que le saque del olvido.
BLANCA
TORQUEMADA
VIRGINIA
RÓDENAS


