Igual que se está produciendo el inevitable relevo femenino en la primera línea de la ficción televisiva y jóvenes bellezas como Blanca Suárez o Amaia Salamanca se están consolidando como dignas herederas de actrices de más edad llamadas ahora a papeles maduros (caso, por ejemplo, de Concha Velasco, Lydia Bosch o Belén Rueda), en el apartado masculino también se está dando paso a una nueva generación que toma el testigo de los Coronado o Resines.
Ahora, las complejas tramas sentimentales (la famosa «tensión sexual no resuelta» presente en todas las series) quedan en manos de una nueva hornada de jóvenes que se han convertido en imán de adolescentes e ídolos de masas y que se están abriendo hueco tanto en la pequeña pantalla como en el cine.
Su indiscutible atractivo triunfa, aunque su solvencia como actores, de un nivel razonable dada su aún limitada experiencia, quede desmerecida en ocasiones cuando comparten plano con los veteranos que un día, como ahora ellos, ejercieron de galanes.






