EJEMPLO DE ENTREGA

Fallece Concha Herrera a los 102 años, la voluntaria más longeva de Cruz Roja

Hace un mes seguía pidiendo actividad para continuar su voluntariado

Cumplió los 100 años con el peto rojo puesto y en sus últimos días seguía pidiendo trabajo para seguir realizando su vocación: ser voluntaria. Concha Herrera ha fallecido a los 102 años siendo la voluntaria más longeva de Cruz Roja, entidad en la que durante más de veinte años estuvo colaborando realizando masajes y ejercicios de rehabilitación.

«Su alegría cada día era increíble y siempre estaba atenta a los compañeros», la recuerda la trabajadora social del departamento de Mayores, Laura Viso. Compartieron unos tres años en el Centro de Día de Mayores hasta su cierre, a finales del año pasado, fecha en que Concha dejó su voluntariado «obligada». «Entonces tenía 101 años y siguió pasándose por la sede de Cruz Roja para ofrecerse pero las actividades que se ponían en marcha en el centro no eran adecuadas para ella. Aún así, sus ganas de ayudar no se agotaban», comenta Viso.

La imagen que Viso recuerda con más cariño es de un día de terapia en el centro en el que Concha ayudaba con ejercicios a un paciente de 100 años. «¡Ella tenía 101!, -exclama- y sostenía el peso del otro, le ayudaba a levantar la pierna. Estaba ofreciendo todo su esfuerzo para que el otro tuviera más calidad de vida después de la rehabilitación».

Hace un mes, en su casa, recibiendo un reconocimiento de Cruz Roja por su dedicación

Los días de voluntariado con Herrera tenían otra luz. «Se fijaba mucho en cómo se encontraban los demás para poder ayudarles. Si veía a alguien cojear, le ofrecía un ejercicio, si veía a alguien decaído. proponía hablar», cuenta la trabajadora social. Su vocación era claramente darse a los demás.

Natural de Ceuta pero cordobesa de adopción, Concha recibió hace 5 años de manos de Su Majestad la Reina Doña Sofía la Medalla de Oro de Cruz Roja en reconocimiento a su generosidad y dedicación solidaria.

El último encuentro fue la visita que le hicieron las compañeras de Concha en su casa para hacerle un homenaje en vida por su dedicación.  Fue hace un mes, a mediados de noviembre, y le entregaron un diploma y un obsequio. «A ver cuándo abrís de nuevo el centro de mayores, que yo pueda ir para seguir con los masajes», les dijo, cuando su vida ya estaba apagándose pero la voluntaria que lleva dentro seguía tan activa y jovial como siempre.

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