Justo ahora que te habías acostumbrado a ir a tus clases de yoga llega el verano y podría dar al traste con todo lo que has avanzado. Y no solo a nivel físico, también a nivel emocional o psicológico. Admitamos que aunque no creías que fuera posible, casi estás llegando a eso de meditar o al menos relajarte tras tu sesión de yoga. Llegan las vacaciones o ese momento del año en el que te mudas al pueblo de la playa… Pero eso no debe significar el fin de tu relación con el yoga.
Preguntamos a Katia Muñoz Olmo, Wellthy Expert del hotel Royal Hideaway Sancti Petri, por una rutina de yoga sencilla que poder hacer en la playa o la piscina. Si no has practicado yoga aún, apunta estas posturas para iniciarte porque seguro que no te arrepentirás.
¿Cuáles son los beneficios del yoga a nivel mental y físico?
- Gran estiramiento de todo el cuerpo: piernas, espalda y brazos
- Ganas flexibilidad
- Ayuda a prevenir y aliviar la escoliosis y otros problemas de dolor de espalda derivados de mantener una mala postura
- Es relajante y ayuda a calmar la ansiedad
- Estimula los órganos internos y mejora la digestión
- Favorece la buena circulación de la sangre
- Reduce el estrés, la ansiedad y evita dolores de cabeza
Adho Mukha Svanasana

También conocida como la postura del perro, esta asana de flexión semiinvertida es una de las más populares dentro del yoga. Sirve de transición y de descanso.
«Primero has de colocarte en cuatro apoyos sobre las manos bien abiertas y las rodillas. Acto seguido, adelanta tus manos un poco más allá de la altura de los hombros y abre las piernas al ancho de las caderas. Empuja con tus manos hacia el suelo, eleva la pelvis y lleva el peso hacia atrás, de tal manera que puedas estirar brazos y espalda con las nalgas apuntando hacia arriba. La cabeza ha de estar relajada, siguiendo la línea de la columna. Por último, extiende las piernas dirigiendo los talones hacia el suelo, aunque estos no lleguen a tocarlo. Mantente aquí durante 5 respiraciones», apunta Katia.
Malasana
La postura de la guirnalda se trata de una asana de apertura de caderas que libera la tensión que se acumula en dicha articulación.
«Lo ideal es empezar en la pose de la montaña o Tadasana. Tras colocar los pies ligeramente más separados que el ancho de las caderas con los dedos levemente hacia afuera, dobla tus rodillas profundamente, hundiéndote hasta que tus caderas estén a unos pocos centímetros del suelo sin llegar a entrar en contacto con él. Una vez aquí, coloca las palmas de las manos en el centro del corazón y apoya los codos en el interior de las rodillas para, presionándolas suavemente, abrir un poco más las caderas y extender la longitud de la espalda. Puedes permanecer así entre 30 segundos y un minuto», detalla la monitora.
Sucirandhrasana
Hay quien prefiere llamarla postura del ojo de la aguja. Este asana mejora la circulación de las piernas, caderas y espalda y reduce su rigidez.
«Recuéstate boca arriba con las rodillas flexionadas y los pies apoyados en el suelo. Posteriormente, cruza el tobillo derecho sobre el muslo izquierdo y lleva las piernas hacia el pecho lo suficientemente cerca como para deslizar el brazo derecho por el espacio (u ojo) creado entre ambas extremidades. Coge el muslo izquierdo con ambas manos y haz cinco respiraciones profundas. Después repite el mismo proceso hacia el otro lado».
Prasarita Padottasana
O postura del gran ángulo, que es para muchas personas una de las más relajantes del yoga. «Desde Tadasana, se da un gran paso lateral para separar las piernas más de un metro. Las puntas de los pies han de quedar ligeramente hacia delante con los talones hacia afuera. Mientras exhalas te vas inclinando lentamente hacia delante. Con la cadera en 90 grados y la espalda recta, mira al frente e inspira brevemente. Al espirar, baja la cabeza, relaja el cuello y apoya las manos alineándolas con los pies. Respira aquí y acerca lo máximo posible la coronilla al suelo», concluye Katia.
Uttanasana
Es una asana, o postura de la pinza de pie, la puede realizar cualquier persona y, según su condición física, se puede modificar y hacer alguna variante.
«Iniciamos desde Tadasana, con las piernas juntas y las manos pegadas al cuerpo. Realiza una respiración profunda y al exhalar, dobla el cuerpo hacia delante, desde la cadera. Deja las piernas estiradas y quietas. Mientras realizas la flexión hacia delante, estira siempre la espalda, como intentando llegar más lejos. Estira la espalda todo lo que puedas mientras bajas. Apoya las manos en la esterilla al lado de los pies. Si no llegas, puedes utilizar unos bloques como ayuda para realizar este asana. Intenta sacar la cadera hacia atrás y hacia arriba, para que sea más fácil bajar el torso y llegar a la posición final de Uttanasana».