J. P. M.
El ambiente en torno a la subasta de Cajasur está lleno de esquinas. Una coincidencia, que el ex presidente de Cajasur y el ex director general adjunto fueran vistos por un ex alto cargo de la Caja a la salida de una reunión con Banco Sabadell en el Hotel Palacio del Bailío, ha desatado su particular «efecto mariposa». No sólo por el expediente abierto a Santiago Cabezas y que, según la tardanza en resolverse, pudiera deparar su despido, sino porque muchas fuentes financieras apuntan que tal coincidencia podría acabar por descabalgar al Sabadell —que ya ha dejado caer que no necesitaría ni ayudas públicas— de la carrera, en la que el PSOE y la Junta sí están presionando al límite.
En este juego de las influencias —malas o buenas, según se mire—algunas se omiten y otras se recalcan. Por ejemplo, poco o nada se ha advertido sobre la posición privilegiada de Unicaja en esta puja respecto a sus seis competidores: durante meses llegó a gestionar Cajasur y cuenta con información de primerísima mano... ¿Parten todos los «concursantes» con las mismas cartas...?
El propio Santiago Gómez admitía en una nota la pasada noche del martes que también se había reunido con el presidente de Cajasol, Antonio Pulido. ¿Conllevaría un expediente por incumplimiento de las reglas de la puja para la caja sevillana este movimiento, como ya se ha apuntado hacia el Sabadell...?
Ayer mismo, representantes de UGT y CC.OO. en Córdoba denunciaban la intromisión de Gómez Sierra en la decisión del Banco de España con esta serie de movimientos «estratégicos». Nadie parece acordarse ya de que el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, admitió en sede parlamentaria una cita con el gobernador del Banco de España tras la intervención de Cajasur justo cuando le afeaba a Javier Arenas su reunión con los administradores del FROB en Córdoba. Hasta Diego Valderas, coordinador regional de IU-CA, ha llegado a amenazar con una campaña para que salgan los
depósitos de la futura entidad que aglutine a Cajasur si no fuera andaluza...
