Córdoba

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Lagartijo y la calle Osario

Hoy, primero de agosto de 2010, se cumplen ciento diez años del fallecimiento del primer Califa del Toreo, Rafael Molina Sánchez, «Lagartijo». Había nacido en 1841 en el barrio del Matadero, situado en el entorno de la Torre de la Malmuerta, Campo de la Merced y las vías del ferrocarril.

Día 01/08/2010 - 12.02h
Hoy, primero de agosto de 2010, se cumplen ciento diez años del fallecimiento del primer Califa del Toreo, Rafael Molina Sánchez, «Lagartijo». Había nacido en 1841 en el barrio del Matadero, situado en el entorno de la Torre de la Malmuerta, Campo de la Merced y las vías del ferrocarril. De ese barrio tan taurino —en 1862 nacería allí «Guerrita»— surgió su gran amistad con los piconeros cordobeses, pero la casa que habitó en sus momentos de gloria y en la que murió estaba en la calle Osario.
Es la calle Osario una de las más antiguas y señeras de Córdoba, pues no en balde se superpone al Cardo Máximo de la Córdoba romana, vía que se cruzaba en el foro ubicado en el entorno de San Miguel con el Decumano, que entraba a la ciudad por el eje de las actuales calles San Pablo/Alfonso XIII. Toma su nombre de la Puerta de Osario, puerta de muralla junto a la actual floristería Santa Marta, que perduró hasta 1905. Tal nombre hace alusión a los abundantes restos óseos hallados en sus cercanías, donde parece existió una necrópolis.
La calle es famosa, además de por albergar el domicilio de Lagartijo, porque en ella nació en 1885 el maestro del rejoneo Antonio Cañero. Un azulejo recuerda que Cervantes citó la calle en sus obras. Y diversos establecimientos de gran raigambre en Córdoba y que aún perviven, se sitúan en Osario, como los mesones Círculo Taurino y El Perol y, recientemente, la confitería Serrano, la ya citada floristería Santa Marta, las librerías Don Bosco y Monte Sión o el colegio de la Divina Pastora.
Otro tipo de locales caracterizaron a la calle en los años setenta y ochenta del pasado siglo. En Osario se abrieron los primeros pubs de una Córdoba que comenzaba a buscar la noche y la madrugada como lugares de disfrute y encuentros sofisticados y liberales, alejándose de otros tiempos de sórdidas y encubiertas historias. En la propia calle abrieron locales míticos como La Araña, el Desván, Gala o Chag Mol y en las callejas que a ella daban se encontraban Aljibe y Portón 4.
Mucho antes de que Portón pusiera de moda en Córdoba el Agua de Valencia (champán con naranja) Lagartijo presentaba un balance de leyenda: cuarenta años de profesional con veintiocho de alternativa, tomada en 1865 en Úbeda de manos de Antonio Carmona «El Gordito», 1.632 corridas (404 en Madrid y el resto en provincias) matando un total de 4.867 toros. Su rival fue Frascuelo, pero el diestro cordobés arrasó. Mariano de Cavia, eximio escritor y crítico taurino nacional, le proclamó Califa de la torería de su tiempo, surgiendo a partir de ahí la saga de Califas cordobeses del ruedo.
A Lagartijo se le considera el inventor del paso atrás a la hora de la suerte de matar y de la «lagartijera», un giro del brazo derecho en la media estocada. Se retiró de los ruedos en 1893, con cinco corridas en plazas diferentes, Zaragoza, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid, produciéndose la anécdota de que al coincidir en Madrid con el Día del Corpus, la procesión, excepcionalmente, se pasó a la mañana.
A su categoría taurina se unían cualidades humanas que recoge Rafael Sánchez en el libro «Lagartijo el Grande», como su ayuda a los piconeros cordobeses, la comida en su casa una vez por semana a los pobres y el ofrecerse como padrino de todos los niños y niñas de familias humildes a los que bautizaran con el nombre de Rafael o Rafaela.
También generó sabrosas anécdotas, como aquélla que toreando en San Sebastián tuvo una tarde desafortunada y el público le formó una gran bronca. Al ir a la barrera le dijo a su mozo de espada: «Coge los trastes y ahora mismo pa' Córdoba». El mozo le dijo: «Rafael, primero tendremos que descansar, porque Córdoba está muy lejos». Lagartijo le respondió: «Lo lejos es esto, no Córdoba, que está en su sitio».
Desde el año 2002, un busto de esta figura de la tauromaquia lo recuerda en su calle Osario.
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