Lunes, 17-11-08
ABC
BARCELONA. El equipo de investigadores que analizó la momia atribuida al Príncipe de Viana enterrada en el monasterio de Poblet va a formalizar una petición de autorización para estudiar los restos allí depositados del rey Jaume I.
La historiadora Mariona Ibars explicó a Efe que pretende aprovechar la conmemoración del octavo centenario del nacimiento del monarca de la Corona de Aragón para abrir el sepulcro y estudiar sus restos, contribuyendo así «a retornarle su dignidad perdida, puesto que su tumba fue profanada en 1837 y actualmente en el ataúd hay dos cráneos».
Estudio exhaustivo
Mariona Ibars cree que el estudio lo deberían llevar a cabo investigadores de la Universidad Autònoma de Barcelona (UAB) en colaboración con el Hospital Clínico de Barcelona.
En su opinión, debería realizarse un TAC al cuerpo, un videocitoscopio para el estudio de las cavidades internas y un estudio anatomopatológico.
Además, «es necesario un estudio exhaustivo de las dos cabezas y luego se podría hacer un perfil de la cara, con imágenes en tres dimensiones». El presupuesto para este proyecto podría ascender a unos 30.000 euros, una cifra parecida a la que se destinó para el estudio de los restos del Príncipe de Viana.
En opinión de la historiadora, si el Patronato del monasterio tarraconense, presidido por José Montilla, diera su aprobación, «se podrían identificar correctamente los restos allí depositados y dejarlos restaurados para que puedan ser honrados otros 800 años».
Recuerda la historiadora que en el año 1837, en plena Guerra Carlista, la tumba del Rey, que había fallecido en Alzira en 1276 a los 68 años de edad, fue profanada y sus restos sirvieron de burla y escarnio, quedando tirados durante un tiempo en el suelo del presbiterio de la iglesia.
Una historia fascinante
En el mismo año, un cura de la vecina población de lŽEspluga de Francolí, Antoni Serret, recogió, con el permiso de las autoridades, los cuerpos de los reyes Jaume I, Pere el Cerimoniós y Joan I y los trasladó hasta la rectoría de su iglesia, donde quedaron tapiados durante cuatro años.
A la caída del general Espartero, en 1843, el gobernador civil deTarragona, Ciril Franquet, autorizó el traslado de todos los restos a Tarragona para que fueran depositados en la catedral para su custodia.
Un siglo más tarde, el rey Alfonso XIII visitó «in situ» los restos rescatados de la profanación y ante el hecho de que dos de los cráneos presentaban una herida casi en el mismo lugar -el Rey fue herido por una saeta de ballesta enemiga que se le clavó entre el ojo y el temple izquierdo- optaron por ponerlos juntos en el ataúd.