Por fin el ministro de Finanzas (interino) portugués ha admitido que su país podría necesitar ayuda financiera. Y su afirmación se produce dos días antes de una reunión informal del Ecofin, probablemente centrada en la difícil situación lusa. Lo cierto es que no tengo nada claro si jurídicamente se puede pedir a dos meses de que se forme un nuevo Gobierno. De cualquier forma, antes o después, es evidente que Portugal precisa ayuda.
¿Cómo afectará a España? El mercado ya descuenta en gran medida la posibilidad de que Portugal sea rescatado (ayudado, en mi opinión). Y hemos comprobado cómo ha sido capaz en esta ocasión de discriminar, diferenciando la mejor situación de España. Es más: la deuda española ha mejorado estos días su prima de riesgo, mientras la lusa empeoraba. La asistencia a Portugal, una dirección más clara en su política económica, debería ser asimilada ahora como positiva para España, al eliminar una fuente de incertidumbre. Todo ello bajo la premisa de que Portugal no tiene un problema de solvencia, más bien un problema político interno y de credibilidad del mercado. En España no deberíamos preocuparnos por los acontecimientos de Portugal; mejor apuntalar la recientemente ganada confianza de los mercados a través de políticas que permitan combinar el ajuste fiscal con aumento del crecimiento potencial. España necesita crecer, como prioridad. Y para lograrlo precisa seguir mejorando la confianza de los inversores internacionales y de la inversión productiva. Aún hay trabajo pendiente.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ ES ESTRATEGA DE CITI EN ESPAÑA


