Evitar que el efecto dominó que invadió los mercados con los rescates de Grecia e Irlanda se repita ahora con Portugal es la prioridad en Bruselas. Si bien, las conexiones de las distintas economías en un mundo globalizado son inevitables, más aún cuando se trata de países vecinos como son España y Portugal. Los analistas y los propios mercados descartan por el momento el contagio a nuestro país, que se ha distanciado en las últimas fechas del foco de tensión luso. De hecho, ayer mismo la prima de riesgo española se colocó por debajo de los 180 puntos, un nivel que no se recordaba desde antes de la intervención de Irlanda.
Pero eso no quiere decir que los efectos de una intervención en Portugal no puedan traspasar en algún momento la frontera. El sector financiero español se juega 80.000 millones en el país vecino, en créditos a sus sectores público, privado y financiero, según los datos del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés). Bancos y cajas suman 6.000 millones entre deuda pública lusa y financiación a la administración portuguesa. El grueso de los préstamos lo acumulan en el sector privado: 51.000 millones. «Es evidente que pueden verse perjudicados», dice Sara Baliña, de Analistas Financieros internacionales (AFI), quien recuerda que España sostiene el 10% de la deuda pública de Portugal. Que les afecte más o menos la intervención a la economía portuguesa depende de las condiciones que negociase el Gobierno luso con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder al fondo de rescate.
No habrá quitas
En cualquier caso, lo que sí está claro es que los inversores no tendrán que asumir quitas (como sí deberán hacerlo los países que soliciten ayuden financiera a partir del año 2013). Lo cierto es que no se hizo tampoco en los dos rescates anteriores de Grecia e Irlanda. Alemania y Francia, quienes acaban imponiendo sus criterios en Bruselas, no lo vieron necesario. A fin de cuentas, sus bancos eran entonces los que más se jugaban. Sin embargo, en Portugal, las entidades alemanas y francesas tienen poco que perder, pues su nivel de exposición es mucho menor que el de bancos y cajas de España.
Del total de la deuda lusa —que asciende a 321.000 millones de dólares, unos 225.727 millones de euros— los bancos alemanes tienen una exposición de 48.500 millones de dólares (34.105 millones de euros); los franceses, de 45.600 millones de dólares (32.065 millones de euros), y los estadounidenses, de 47.100 millones de dólares (unos 33.120 millones de euros).
«Lo que sí se puede dar es un efecto de arrastre en las relaciones comerciales», avisa Baliña. Lo cierto es que España exportó en el año 2010 bienes a Portugal por 16.577,8 millones de euros, según reflejan los datos del Instituto Español de Comercio Exterior. Y hasta 1.400 empresas españolas tienen inversiones estables y recíprocas con ese país. Sólo 870 de ellas producen el 9% del PIB luso. «Si Portugal es rescatado, su economía entrará automáticamente en recesión, y eso afectará a ese volumen comercial», advierte Baliña.
Lo que se antoja totalmente desechado por el momento es que la crisis portuguesa infecte al Reino de España y nuestro país también tenga que recurrir a la ayuda externa. «Los datos del coste de la deuda y de la propia economía son hoy mejores», explica Rafael Pampillón, del Instituto de Empresa. «Aún así, el país debe continuar trabajando en las reformas porque es la única manera de alejar el fantasma y todavía queda trabajo por hacer», concluye Pampillón.







