Antonio Torrecilla: «Vivimos de espaldas a la realidad del consumo de drogas»
Adeat cumple viente años trabajando en el Sector Sur de Córdoba, uno de los barrios más pobres de España. Desempleo, abandono escolar, delincuencia y adicciones son algunos de los problemas endémicos de la zona, pero en esta entidad, como su nombre indica, ofrecen encuentro y acogida a esas personas que se refugian en sustancias o hábitos perjudiciales para huir de su realidad. «No les pedimos nada, sólo pretendemos mejorar, en la medida de nuestras posibilidades, sus vidas», apunta Antonio Torrecilla, el secretario de la entidad.
—¿Qué es Adeat en el Sector Sur?
—Somos un centro de baja exigencia para toxicómanos. Un espacio de acogida donde buscamos la integridad de la persona y reducir el daño de las adicciones. Intentamos garantizarles a los usuarios las cuestiones básicas de higiene personal, alimentación, ropa...
— ¿De qué forma trabajan?
—Contamos con tres programas. Por un lado tenemos un programa de prevención e intervención en VIH, otro de intervención familiar, y otro programa centrado en la atención de mujeres porque la circunstancia de exclusión se hace doblemente grave solo por el hecho de ser mujer.
— ¿Qué servicios prestan?
—Los usuarios de nuestro centro tienen sus tres comidas al día, taquillas para guardar sus pertenencias, acceso a las duchas y además un servicio de ropero. Tenemos varios espacios en los que organizamos talleres y sesiones formativas y también se les ofrecen citas con los psicólogos y trabajadores sociales. Todo el servicio se presta durante el día pero a partir de las nueve de la noche esta gente no tiene donde estar. Por eso nuestro objetivo es poder abrirlo también de noche y completar el ciclo.
—¿Cuáles son los perfiles de los usuarios de Adeat?
—Gran parte de las personas que acuden a nuestras instalaciones no tienen hogar. Llegan numerosas personas que tenían un empleo ysu vida «resuelta» pero a raíz de perder el trabajo han entrado en el mundo de las drogas. A otros les ha ocurrido al revés, al hacerse toxicómanos han ido perdiendo todo. Atendemos a personas que proceden de los barrios más conflictivos de Córdoba y también otras familias normalizadas y asentadas. El mundo de la toxicomanía no diferencia.
—En los 20 años de funcionamiento, ¿qué evolución han visto en la drogodependencia?
—El tema de venta de drogas en una ciudad como Córdoba sigue siendo el mismo o mayor. Ha cambiado el aspecto del que consume, que no tiene la imagen del típico yonki de los 90, pero precisamente por esto vivimos de espaldas a la realidad del consumo de drogas. Tenemos una base de datos que supera las 300 personas y atendemos a unas 50 diarias. Quiere decir que hay muchos sin atención. Hay toxicomanías que se permiten y hasta que no se desencadena la marginalidad no llegan a los centros.
—¿Qué necesidades detecta en su área de intervención?
—El colectivo de personas sin hogar vive en la invisibilidad. Hay numerosas personas que duermen en cajeros, en jardines, que hay que atender. En Córdoba no hay centros como el nuestro que acojan apersonas toxicómanas sin exigirle que quieran cambiar sus vidas. Porque nuestro objetivo último no es que se desintoxiquen, si eso llega, mejor, pero sí intentamos que mejoren su calidad de vida.