Francisco Javier Donas apenas conocía la necesidad que había en Córdoba ni cómo se organizaba la red del Banco de Alimentos para abastecer a todas las entidades y organizaciones que cubren las necesidades básicas de numerosas personas en la capital. El joven visitó con su instituto las naves del Banco de Alimentos, descubrió la labor que hacen y se unió a ellos.

Donas colabora en algunas recogidas pero su participación se centra, fundamentalmente en apoyar la clasificación y el reparto, las dos fases de la labor del Banco de Alimentos que necesitan de más voluntarios. «En clasificación se miran los lotes y fecha de caducidad de los paquetes y se organizan por fecha, juntos», explica el joven sobre los pormenores de la actividad.

En reparto se hace una clasificación previa de todo lo que va llegando. Comprobar, guardar en cajas, hacer etiquetas... todo esto se lleva a cabo con los centenares de palés que alberga la nave de la entidad. Un trabajo que se realiza en cadena y en compañía de los voluntarios.

«Cuando llego aquí me reciben con los brazos abiertos, contentos... están siempre pendientes de mi, para que les eche una mano», cuenta el joven, que siente como su tiempo, el que regala de esta forma, tiene gran valor.

«En lugar de estar en casa viendo la televisión, con el teléfono móvil o en la calle, cuando tengo un rato me vengo aquí», explica. Para él, lo que hay que tener para ser voluntario es «motivación y que te guste darte a los demás».

En definitiva no es una actividad puntual, sino un compromiso que se adquiere y que esperan muchas personas. En el tiempo que lleva como voluntario, Francisco Javier se alegra de ver que «con un poco de tiempo eres capaz de ayudar a mucha gente».