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Miguel León: «No somos héroes, sino personas que aportan su granito de arena»

Miguel León es voluntario de Cruz Roja y colabora en Cooperación Internacional y en el equipo que atiende a inmigrantes en los asentamientos de Córdoba

Cruz Roja y su voluntariado entraron en la vida de Miguel León a través del testimonio de su madre y su hermano. «Vi que ellos recibían más de lo que aportaban y pensé que una actividad tan sencilla, que no requiere mucho esfuerzo, que aportas tanto y también te llevas tanto, era una oportunidad que no podía desperdiciar», comenta el joven. Y ya suma cinco años colaborando con la entidad humanitaria.

Su papel está en los departamntos de Cooperación Internacional e Inmigrantes. En el primero acercando las diferentes realidades del mundo a los jóvenes, a través de charlas sobre migraciones forzosas o los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y en el segundo atendiendo, directamente, a los inmigrantes. «Hacemos salidas a los asentamientos que hay en Córdoba para cubrir las primeras necesidades, atenderles, saber cómo están y ver qué aspectos debemos mejorar para que se integren de verdad en la sociedad cordobesa», explica el voluntario.

Sin duda esta actividad es la que más le marcó al principio. «No estamos acostumbrados a tratar con un colectivo en esa situación e pobreza y vulnerabilidad. Fue impactante la primera vez que llegamos a un asentamiento, porque ves una realidad que no esperas encontrar en tu ciudad y está ahí, frente a tus ojos. Mucho más cerca e lo que podías imaginar», relata León, recordando los primeros momentos de su colaboración.

Tras despojarse de prejuicios y etiquetas, el voluntario asegura que «también impacta lo agradecidas que son aquellas personas (inmigrantes), que muchas veces son colectivos de los que se suele decir a la ligera que son maleantes, delincuentes, peo cuando tratas con ellos te das cuenta de que son personas con sus defectos y virtudes, y eso te hace plantearte las cosas».

Miguel, durante la entrevista en la sede de Cruz Roja en Córdoba

Miguel no eligió Cruz Roja por nada en concreto, sólo la sintió más cerca, en casa, y fue el testimonio de su familia el que le hizo pensar en cómo podía ayudar. «Como voluntarios queremos ser héroes, queremos cambiarle la vida a las personas. Pero descubres que no somos héroes, sino personas normales y corrientes que aportamos ese granito de arena, y que sin ese granito de arena quizá no podría salir todo bien». De hecho, en este sentido afirma que «Cruz Roja es voluntariado. La entidad sin voluntarios que lleven acabo las actividades que piensan los técnicos, sería imposible».

De su aportación día a día en sus papeles de formador y dentro del equipo de visita a los asentamientos guarda recuerdos y lecciones como la unión de la familia cuando no tienen un techo y comparten un descampado o la importancia del contacto entre las personas para los que vagan solos por las calles. «Experiencias y gestos que están en realidades cercanas pero que queremos ignorarlas», lamenta el voluntario.

En su opinión, «la primera reflexión de todo voluntario es: "qué suerte tengo". Cuando se plantea el voluntariado siempre se empieza con muchísima energía y pensando: "cuánto voy a dar", pero al final, cuando echas la mirada atrás es "cuánto me llevo"».

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