La segunda avenida del Guadalquivir ha desatado la rabia de los parcelistas afectados, que, entre lágrimas y cubiertos de lodo, anunciaron ayer que esta vez «los responsables van a tener que pagar». Así se manifestaban los presidentes de la asociaciones de San Isidro y La Altea, Antonio Aranda y Julio Cortés, respectivamente, que anunciaron que Guadalvalle se unirá a su propuesta de querellarse contra la Agencia Andaluza del Agua como responsable de las inundaciones. En total, han sido más de un centenar las familias desalojadas por la crecida del caudal.
Así, Cortés informó de que «ya recogimos unas 13.000 firmas que enviamos al presidente de la Agencia, Luis Rey, para que se buscase una solución y no se ha hecho absolutamente nada. Esta administración hidráulica es la responsable de la limpieza de los cauces y arroyos, y de garantizar la seguridad, algo que no ha hecho».
El representante vecinal se preguntaba, como el resto de afectados, «por qué la Agencia Andaluza ha decidido soltar agua ahora. Que haga esto con la crisis y sabiendo que podría volver a anegarse todo demuestra su pésima gestión. Los pantanos no son juguetes».
Añadió que «además, van a conseguir que no nos llevemos la Capitalidad, porque han provocado que se paralicen otra vez las obras del aeropuerto». Por su parte, Aranda, que informó de que en la mitad de las viviendas de San Isidro ha entrado el agua, criticó duramente a la Junta. «No estamos dispuestos a que jueguen con nosotros; cuando quieren, nos inundan y no dan la cara», manifestó.
Asegurados sin seguro
Además, recordó que «las familias que cobraron el seguro por las inundaciones de febrero se van a quedar ahora sin nada, porque ha pasado lo mismo en menos de un año. Esto lo tiene que pagar alguien, por lo que vamos a tomar todas las acciones legales posibles y las medidas de presión que hagan falta».
Durante la jornada de ayer, los afectados intentaban entrar en sus inmuebles; a algunos les fue imposible, como a Antonio Rivera, residente de Las Tórtolas, en la parcelación de Guadalvalle, que fue uno de los que demandó alojamiento «porque no tengo nada. Hay más de un metro de agua en mi casa y llevo dos días durmiendo en mi coche».
En la misma situación se encontraba Dolores Bergara, a la que sus problemas para andar les impidió llegar hasta su casa, en la calle La Perdiz. «La otra vez no me dieron ni un duro por no estar empadronada y llevo ya 14 años viviendo aquí», se lamentaba sin parar de llorar.
Pilar Bueno y Nadia Abouhaik, de Las Camelias, en La Altea, comentaban con rabia y resignación que no tenían dónde pasar la noche.
«A los niños ya los hemos llevado con familiares. Salimos corriendo casi con lo puesto y con lo que pudimos meter en los coches. Esta vez el agua llegó más rápido», dijeron.
En uno de los corrillos de afectados se cruzaban las opiniones optimistas de los que apostaban por «colocar una escollera y zahorra para que el agua no pase», y los que, con ironía, aseguraban que «esto no tiene solución. De momento, vamos a pasar las navidades entre el fango. En lugar de hacer muñecos de nieve, los haremos de barro».
Las autoridades municipales volvieron a visitar ayer las zonas más inundadas para «hacer una valoración y ofrecer alojamiento a los vecinos que no tienen a dónde ir», explicó a los residentes la edil de Presidencia, Rosa Candelario.
