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«No queda nada del andalucismo»

Vivió la historia de la Transición en primera persona. Y fuera de tiesto. Ocupando un escaño del PSA en el Parlament catalán. Que es, con la perspectiva del tiempo, toda una osadía

Día 12/12/2010 - 11.49h
José Acosta
Catedrático Derecho Constitucional
Fue el primer andalucista que ocupó escaño en el Parlament catalán. Nada menos. Algo así como un vendedor de botijos en Laponia. Un hecho tan extravagante que en 35 años de sistema parlamentario contemporáneo no ha vuelto a suceder. José Acosta Sánchez fue, junto con el malogrado José Aumente, ideólogo de un andalucismo que brilló y sucumbió estrepitosamente. Hoy, tres décadas después, repasa éste y otros acontecimientos cruciales de la historia reciente con ese aire profesoral que aún le acompaña.
—Fue un intruso en Cataluña.
—Predicar andalucismo en Barcelona no era fácil, pese a que los portavoces en el Parlament eran casi todos colegas míos en la Universidad. Martín Toval, Solé Tura, Francesc de Carreras, Isidro Mola. Pero en la calle me veían como un enemigo de Cataluña.
—Una especie de caballo de Troya.
—La acusación más benigna era la de Lerrouxista. Alejandro Lerroux, cordobés, por cierto, irrumpió en Barcelona en los años treinta y se hizo amo de la clase obrera con una demagogia tremenda.
—Hoy lo correrían a gorrazos.
—Aquello ya pasó a la historia. Fue una rara avis. Yo tenía hasta amenazas de Terra Lliure.
José Acosta Sánchez (Nerja, 1937) desembarcó en Barcelona en 1964 como abogado de una filial de Barreiros. Por razones laborales, contactó con Jiménez de Parga, granadino y catedrático de Derecho en la Universidad catalana, y germinó una amistad que acabaría dando un vuelo radical a su vida. Le dije que si había plaza en la Universidad me avisara. Y así sucedió. De Parga me llamó, acepté un contrato de PNN (Profesor No Numerario) y quemé las naves de mi carrera comercial. Entré en 1970 y confraternicé con un plantel extraordinario de profesores, la mayor parte comunistas, menos Parga, que era liberal. Hice mi tesis doctoral con un estudio sobre imperialismo y capitalismo y adquirí conocimientosque me han servido siempre».
En 1975 publicó «Desarrollo capitalista y democracia en España», con un impacto académico y político notable. En esta obra defendió la existencia de una revolución burguesa liberal en España, uno de los temas centrales de la Transición, y abordó el debate de Andalucía, lo que le permitió entrar en contacto con Rojas Marcos, Arredonda y Uruñuela, los tres líderes más destacados del andalucismo en ese momento.
—¿Ni Dios paga impuestos en Andalucía?
—Lo que dijo Puigcercós es una tontería. ERC fue un partido importante en la República pero luego degeneró. El propio Azaña decía que eran los más locos. Y este chalao (Puigcercós) está en una fase de caricatura de lo que fue. A mí me fastidiaba entonces la irracionalidad. La manía de hacer a todos catalanes. Nos llamaban los «nuevos catalanes». Yo decía: «Mire, queremos que nos reconozcan como andaluces, no como catalanes». Eso de los impuestos está en la línea del nacionalismo catalán torpe que no ve más allá de sus narices.
—¿El andalucismo qué ve cuando se mira en el espejo del nacionalismo catalán?
—Nosotros éramos socialistas, no nacionalistas. Y formábamos parte de la federación de partidos regionales socialistas.
—¿El andalucismo no es un nacionalismo?
—Hablo de sus orígenes. Cuando surge, el PSA eran unos socialistas que creen que lo más concreto para ejercer el socialismo era preocuparse de las condiciones de vida del pueblo en que vive. Lo más concreto para ser socialistas en Andalucía es ser andalucista para superar el subdesarrollo. Ahí no hay nacionalismo.
—¿Usted es nacionalista?
—Después viene el segundo congreso y el tercero, donde ya aparecen las siglas PA. Ahí hay una transformación ideológica. Se asume el nacionalismo. Yo no estuve de acuerdo con ello. En el pueblo andaluz no entraba dentro de sus parámetros existenciales ni ideológicos un nacionalismo que se asimilaba con el vasco o el catalán. Eso era imposible de sostener. No me he considerado nacionalista andaluz.
—¿Nacionalismo y socialismo caben en un mismo partido?
—No. Por ahí empezaron a complicarse las propias bases ideológicas del PSA. El último secretario, Álvarez, empezó con lo mismo, el nacionalismo. Yo le dije igual que a Ortega: «Os estáis alejando de la gente. No te van a entender. No te votan.
—¿Qué queda del andalucismo?
—No queda nada. Entonces se produjo el destrozo. Cuando falla el referéndum del 28-F y entra Rojas Marcos como elefante en cacharrería. Yo le escribí parte deldiscurso y cuando vi que había un pacto con UCD les dije que estaban locos. ¡Pactarcon un partido que combatió el referéndum!
Acosta atraviesa la historia reciente de España con una profusión de detalles abrumadora. Y con la particularidad de que él mismo la contempló en primera fila. Huye de trincheras ideológicas para acomodarse en perspectivas más académicas.
—¿Qué hay de mito en la Transición?
—Lo que hay es poca investigación. Poco análisis. Miedo a hablar e investigar concrudeza.
—Usted escribió en 1976 «Crisis del franquismo y crisis del imperialismo. Elimperialismo parece un cadáver muy vivo, 35 años después.
Yo no hablo del fin del imperialismo, sino de la crisis, que viene tras la guerrade Vietnam y saca a flote toda la podredumbre de la CIA. Aquí intentan socavarlas democracias donde pueden: Portugal, Grecia. ¿Qué quiere el imperialismoamericano en Europa? Dominar el flujo político. No lo hará directamente, sino através de la socialdemocracia.
—¿Contra Franco vivíamos mejor?
—Eso es una metáfora que quiere decir que había másautenticidad en la lucha contra el despotismo.
—¿Es usted un nostálgico?
—No. Lo que falla en España es la falta de conocimiento. Un fatalismo ínsito en lapenínsula ibérica. Aquí la uerra ivil ocurre porque Hitler toma el poder. Lo quedecide la guerra es la cantidad de armamento que reciben los sublevados.
—¿Es el profesor Acosta más ideólogo o más científico?
—Se pretende que nunca haya pura ideología y que predomine el conocimiento. Sino hay conocimiento se va todo al garete. La ideología lo que hace es perturbartodo. Rojos y azules, buenos y malos. Hay aspectos que no se han investigado. Elpapel de la monarquía, por ejemplo.
—Hay que huir del maniqueísmo
—Es lo primero que se opone al conocimiento.
—¿Pensar es un ejercicio de alto riesgo?
—Siempre. Porque hay intereses creados y está el ejercicio de la dominación. ¿Por qué el límite de mandatos? Porque se acabantraicionando los principios, haciendo fraude, corrompiéndose. Montesquieu dice: Compénsese la magnitud del poder por la brevedad de su duración. Ahí estádicho todo.
—¿El factor humano es la clave?
—El factor humano en cuanto razón. Si no está constreñida por un contextode intereses, la razón funciona.
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