El 31 de enero se cumplieron 110 años de la muerte de uno de los sacerdotes cordobeses de la etapa contemporánea con mayor nivel intelectual y mejor oratoria: Manuel González Francés, canónigo magistral de la Catedral, al que la ciudad le dedicó la calle que recorre el muro oriental de la Mezquita-Catedral.
Nació en Cuenca en 1842. Doctor en Teología y licenciado en Derecho Canónico, en febrero de 1869 llegó a Córdoba para conseguir, mediante brillantes oposiciones, la plaza de canónigo magistral en su Catedral. El magistral era el miembro del Cabildo que se ocupaba de la predicación, y en los treinta y dos años que ejerció como tal, se ganó justa fama.
Sobre él ha dejado escrito el nada clerical Antonio Jaén Morente: «Fue llamado el Magistral por antonomasia, sin disputa el mejor orador que hubo en la ciudad, incluyendo a los forenses y a los políticos. Lo catalogan de orador sagrado y no fue eso. Su talento oratorio era para grandes multitudes, para pelea y combate, no para una cátedra sin contradictores. La demostración de ello está en sus escritos y en sus asomos al periodismo. Su temperamento de líder se anegó en el púlpito sagrado.
Otro contemporáneo suyo, el periodista Ricardo de Montis dijo: «En la segunda mitad del siglo último, esta ciudad tuvo la honra de contar entre su clero, en el Cabildo Catedral, a uno de los primeros oradores religiosos de España, el Magistral González Francés. Unía a su elocuencia excepcional, a una palabra avasalladora, vastísima erudición, conocimiento muy profundo de todas las ciencias y especialmente de la Teología, la Filosofía y la Historia.
Se integró en la vida pública de Córdoba. Fue cofundador y codirector del periódico católico La Tradición (1869-1870); miembro numerario de la Real Academia desde 1886; publicó libros como «Góngora, racionero y «La Virgen de la Fuensanta; fue el último superviviente del patronato fundacional del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba; y participó en la comisión que restauró la imagen de la Virgen Linares y estableció su advocación como Purísima Concepción.
Los medios se hicieron eco de su muerte y una placa le recuerda en la fachada del hoy Colegio de La Milagrosa: «Al ilustre Magistral doctor Don Manuel González Francés, cofundador de estas escuelas-asilo y su primer director gerente; sabio y esclarecido varón, orador elocuentísimo y escritor insigne; tan célebre por su ciencia como respetado por sus virtudes. Prestó eminentes servicios a Córdoba hasta su óbito ocurrido el 31 de enero de 1901. ¡Honor y Gloria a la Caridad y al Genio! La ciudad agradecida tribútale este recuerdo.
Inmediatamente el Ayuntamiento le dedicó la calle del lado este de la Catedral. Antigua calle del Mesón del Sol, por el nombre de la Posada del Sol que allí existió desde el siglo XVI hasta los años setenta del XX. También desapareció la carbonería de Juan, antiguo recinto de picón para braseros. Pervive, por supuesto, la espléndida Puerta de Santa Catalina, la renacentista entrada al principal monumental cordobés.
Entre los nuevos inmuebles de la calle destaca el Hotel Conquistador, un cuatro estrellas en cuyas obras se hallaron los restos del salón de abluciones correspondiente a la ampliación de la Mezquita que efectuó Almanzor, hoy visibles e integrados en el hotel. En la calle Magistral González Francés radica también el Bar Santos, fundado en 1969 por Francisco Santos, famoso por las tapas de su genuina tortilla de patatas y por el ambiente que genera en la calle.
A pesar del prestigio de González Francés, solo se conserva una foto suya, recién tomada posesión de la canonjía, que hemos extraído del libro de Nieto Cumplido «La libertad religiosa en Córdoba, el cual afirma del magistral: «Destacó como orador insigne, como literato erudito, amigo de las glorias cordobesas y como hombre de grandes iniciativas.