Córdoba

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Día de culto a la Copa del Mundo

Cerca de 4.000 cordobeses aprovechan la visita del trofeo a la Diputación de Córdoba para rendirle tributo

Día 24/03/2011

El 11 de julio de 2010 no hubo casi nadie en España que no sacara la pierna cuando Robben encaró a Casillas o que no rematara cuando Iniesta recibió el pase de Cesc. Sin duda, esos son los grandes momentos de una final en la que a todo un país se le encogió el corazón o se le agrandó por segundos. Y dentro de ese país llamado España, obviamente, también está Córdoba, que ayer tuvo su segunda oportunidad de recrearse con el preciado botín que se trajo la hoy llamada «Roja» (antes la Furia) desde el Soccer City de Johannesburgo.

Si hace algunos meses fue el Ayuntamiento de la ciudad, el turno correspondió ayer al Palacio de la Merced. En la sede de la Diputación, niños y no tan niños de toda la provincia tuvieron la opción de emular a los Xavi, Ramos o Reina. Es decir, acercarse al «troncho» dorado e inmortalizar uno de los momentos más importantes en la historia del deporte de este país, sintiéndose protagonistas en primera persona de la gesta.

Los preparativos comenzaron pronto en el patio barroco, uno de los lugares emblemáticos del recinto. Desde las 8:00 se esperaba la llegada de una furgoneta procedente desde Madrid. Un emisario federativo era el encargado de transportar el tesoro, aunque eso tuvo algún que otro matiz. Según contaban algunos responsables de la seguridad, la Copa, como si se tratara de algún jugador de la selección española, no necesitó de tanto protocolo. De hecho, insistió en que «hay cuadros que vienen escoltados por la Guardia Civil. Esto ha sido más simple».

Probablemente no le faltaba razón al vigilante, pero también contó con una expectación mayor. A primera hora, no había persona que no quisiera saber dónde estaba escondida mientras que algunos curiosos se acercaron con el deseo de quitarse las colas. Después llegó el protocolo de la entrega por parte de Eduardo Herrera, presidente de la FAF, a Francisco Pulido, su homólogo y anfitrión de la Diputación.

Escalonadamente, aparecieron más de 1.500 jóvenes repartidos de muchos confines de la provincia con un único objetivo. Ver el trofeo por el que tanto suspiraron muchos de sus mayores. Curiosamente, más de uno, que ahora lo ve tan fácil, casi no le habrá dado tiempo a que le cuenten la jugada de Cardeñosa, el penalti de Eloy o el fallo de Zubizarreta ante Nigeria. Pero claro, a ellos les ha tocado vivir otros tiempos. En su caso, no dejan de ser protagonistas de un sueño que parece no acabarse y menos si de fondo suenan las melodías entonadas por Shakira o Bisbal, que se convirtieron en himnos oficiosos.

También hubo alguno que otro al que le dio por acercarse, esquivando a su jornada laboral. Pero presenciar el resplandor de la copa daba por bueno cualquier tipo de esfuerzo: «Cuando vea mi jefe la foto me lo perdona». Según se dice, cerca de 4.000 cordobeses se sintieron, por un momento, como Cafú, Cannavaro o Casillas.

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