La poesía es una vieja conocida de los muros de la cárcel. La geometría de los barrotes, la soledad y el lento pasar del tiempo han sido, a lo largo de los siglos, fieles compañeras de la creación poética y tras las paredes de las prisiones poetas universales firmaron algunos de sus mejores versos.
Desde hace cinco años, la cárcel de Córdoba abre sus puertas a la poesía con motivo de la celebración de Cosmopoética y un grupo reclusos asiste a un taller de creación que, bajo el título «Poesía para la libertad», despierta su vocación, les guía en la composición de sus primeros versos y les convierte en auténticos poetas.
Así se sintieron ayer cuando tuvieron la oportunidad de compartir sus creaciones, reunidas en la plaquette «El club de los poetas presos», con cuatro poetas consagrados, Juan Carlos Mestre, Fabián Casas, Juan Manuel Roca y Fatena al-Gurra, que acudieron al centro penitenciario para ofrecer un recital conjunto con los 22 presos-poetas que han participado este año en el taller.
«Tras estos meses puedo decir que la poesía no forma parte de nuestra vida, sino que nuestra vida forma parte de la poesía», afirmó Rafael Codes para describir el impacto de esta experiencia, que contribuye a romper la rutina tras los muros y «hace que el tiempo vuele». En su poema «A pesar de todo» Rafael escribe: «A pesar de todo/ buenos y malos momentos/ componen este vacío/ este compás sin medida/ machacón y fraudulento».
Las ansias de libertad, la desesperación, el remordimiento, el anhelo de la familia que les espera fuera, el amor y el miedo son los protagonistas de sus composiciones con las que a través de las palabras han liberado sus sentimientos. Desde la angustia del «Miedo a despertar» de José Luis Ordoñez: «Sueño, sigue durmiendo / que ya viene el día / Siento miedo de un día más / entre estos muros / Sigue, sigue durmiendo sueño». Al cariño de una abuela por su nieto recogido en la nana «Daniel» de Rafaela Tirado: «Cierra, niño esos ojitos/ más negros que el azabache/ que brillan como luceros/ iluminando la noche». O el temor a descubrir un pasado entre rejas de los versos de José Muñoz: «No me preguntes/ donde estuve/ que nada te diré/ Que hay verdades que hieren/ y engaños que hacen bien».
Para Rafaela Tirado, el taller ha sido una experiencia inolvidable. «Yo no sabía que había poesía en mí. He aprendido a sacar mis sentimientos de dentro, cuando no tenía ni idea de cómo hacerlo», explicó. Resuelta a seguir componiendo, ayer recitó los versos inéditos de «Pluriempleada», una visión cómica del exceso de trabajo de la bruja de los cuentos.
Por su parte, los poetas invitados al recital reivindicaron la libertad de la creación poética, capaz de superar cualquier barrera. El más reivindicativo fue Juan Carlos Mestre quien señaló: «Si los poetas fuésemos sometidos a los tribunales de la Lengua, estaríamos todos en la cárcel porque la poesía es el lenguaje de la desobediencia». La más emotiva, la poeta palestina Fatena al-Gurra, que se conmovió con los versos de los presos y confesó que la prisión no es un lugar ajeno para ella porque sus hermanos están encarcelados en su país y suele visitarlos con frecuencia. «Cualquier cárcel puede ser un paraíso lleno de flores y jardines, pero es un paraíso limitado», dijo.
Llegado el turno de Fabián Casas, el poeta argentino leyó varios poemas breves de su libro «El salmón», mientras que el colombiano Juan Manuel Roca recitó un texto reivindicativo y reflexivo sobre el poder y la capacidad de dirigir el mundo, y recordó a los presos que la poesía se reafirma en situaciones de crisis.



