La caseta del Labradores, como la conocen todos los sevillanos o la del Círculo, como la nombran sus socios y familiares tiene tal categoría en la Feria que, desde sus orígenes, no se concibe el Real sin su presencia. No en balde, tanto en el Prado como en Los Remedios está ubicada en la zona más noble del Real, al principio de las calles más céntricas, con fachada a tres calles: Antonio Bienvenida, Joselito el Gallo y Gitanillo de Triana.
Los socios y familiares del El Real Círculo de Labradores y Propietarios de Sevilla, fundado el domingo 4 de septiembre de 1859, según nota publicada en el diario El Porvenir de dicha fecha, fue constituido para el fomento de la prosperidad económica y cultural de sus socios y familiares, los cuales han formado, desde su fundación, la flor y nata de la alta sociedad sevillana.
Parece ser que el Círculo tardó al menos seis años en montar caseta en la Feria, cuando las demás entidades similares como el Casino Sevillano, que congregaba a la nobleza y el Mercantil a la burguesía comercial y bancaria hacían gala de suntuosas casetas. La historiadora Rocío Plaza encuentra la primera referencia en la Guía de Zarzuela del año 1885, por lo que deduce su existencia ya en 1865.
Lo cierto es que a poco de iniciarse la última década del siglo XIX, el Ayuntamiento ofreció amplios terrenos en el Real de la Feria a los grandes círculos locales para que montaran extensas y populosas casetas, que habrían de impulsar desusada animación al recinto. Tal ofrecimiento fue denostado por numerosos sevillanos que temían que esas macrocasetas rompieran la hegemonía clásica del Real, formado, hasta entonces, por casetas particulares, familiares o de peñas poco numerosas. El Labradores aceptó la proposición municipal y montó nada menos que una caseta permanente en el Prado de San Sebastián, con una estructura férrea artística, diseñada, en la última década del siglo XIX, en proyecto realizado por los ingenieros Martín Ongay y Enrique Peralo Jimeno y fue construida por la ya desaparecida Fundición San Antonio, que fuera propiedad de Narciso Bonaplata, cofundador, medio siglo antes, de la Feria de abril. Esta fundición estaba situada entre las calles Torneo y San Vicente, y fue la misma que en 1850 había hecho los airosos aros del puente de Triana y la célebre Pasarela de 1896.
La primitiva caseta del Real Círculo de Labradores era un edificio de estructura metálica, cuya planta tenía forma dodecagonal irregular, De longitud de veintisiete metros y medio, y anchura de 15.80 mts. Llevaba adosadas dos construcciones rectangulares más de igual estilo. Estuvo montado en el Prado, próximo a donde, en 1929, se levantaría el pabellón de Portugal, de la Exposición Iberoamericana, que era mucho mayor que el edificio destinado en la actualidad a consulado en Sevilla del país hermano. Tal caseta fue vendida en 1930. En la primera Feria republicana, la de 1931, al no tener caseta el Labradores, montó una, provisional, en los aledaños del Pabellón de Sevilla, ya sin uso, una vez clausurada la Exposición, que es el actual Casino.
Durante el llamado trienio bolchevique (1931-33) El Círculo fue sistemáticamente atacado por el proletariado armado. En 1932 incendiado y destrozado, y sus socios, perseguidos por el hecho de serlo, pues eran grandes labradores, latifundistas o rentistas que vivían de sus propiedades. Don Pedro Caravaca fue asesinado cuando circulaba por la calle Recaredo. Pero durante el bienio conocido por derechista o liberal (1934-35) el Círculo levanta en el mejor sitio del Prado de San Sebastián, una caseta permanente dotada de una planta sótano, destinada a almacén de sus propios enseres. Había que subir un par de escalones para acceder a su planta, en la que se alzaba un edificio férreo, cubierto, que, cuando el entonces teniente de alcalde delegado de Ferias y Festejos, Manuel Bermudo Barrera, diseñó el nuevo recinto ferial en Los Remedios, la sólida caseta fue demolida y su estructura metálica se encuentra ahora en una explotación agrícola, sita entre Rociana y Almonte.
Aquella caseta fija tenía diversos usos a lo largo del año. También tuvo caseta permanente en el Prado el Círculo Mercantil e Industrial que, igualmente, elevó un edificio férreo. En ambos lugares se celebraban bailes en carnaval y otros fastos, sobre todo, durante el verano, ambas instalaron cabinas de proyección de películas sonoras, desde que el cine se sonorizó y durante todo el verano se cambiaba diariamente la programación.
Al trasladarse la Feria a Los Remedios, el Círculo dejó de poseer caseta permanente, pues tal recinto está vacío durante el resto del año. Pero la caseta efímera de Los Remedios siguió siendo modelo de belleza y grandiosidad, como continúa hasta el presente. Una caseta ejemplar, de organización esmeradísima, pues dispone de una zona aneja exclusiva para la infancia, de día, y la juventud, de noche; con una superficie de dimensiones excepcionales: 1680 metros cuadrados, convirtiéndose, durante la semana de Feria, en la sede oficial del Círculo, hasta el punto de permanecer cerradas las instalaciones deportivas de la calle Juan Sebastián Elcano. Una caseta, en fin, en la que los socios y sus familiares reciben a sus amistades e invitados y el Círculo, a las personalidades más destacadas que visitan nuestra ciudad. Desde las personas regias, comenzando por Isabel II, y siguiendo por Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia, familias reales española e extranjeras han sido en dicha caseta recibidas y honradas, así como todo género de personalidades internacionales de la política, la ciencia, las artes, cuya enumeración excedería de los límites de esta panorámica exposición de tan singular caseta, preñada de siglo y medio de historia, al punto de poderse afirmar que, con su espectacular presencia, plena de buen gusto y distinción, preside el Real de la Feria.