Hace cuatro meses acaba de ser madre. Y esta Feria lo va a tener muy difícil para compaginar cochecito, bebé y niño de tres años. Tiene cuarenta y dos años.
-¿Cómo está el bebé?
-Divinamente. Se llama Mario. No da mucha guerra. Más me la da Santiago, el mayor.
-¿Y la madre?
-Hasta el gorro de los niños. Muy bien, muy contenta, aguantando el tirón de la guerra que dan porque son muy pequeñitos. Pero encantada.
-¿Y el padre?
-Igual de contento. Pero también con necesidad de tiempo libre.
-Se define ferianta desde la flor a los tacones…
-Absolutamente. Yo nací en Feria, un 28 de abril, y desde entonces todos los años me visto de flamenca, salvo los dos del embarazo.
-O sea que este año no se viste…
-No. Pero no por falta de ganas sino porque aún no he recuperado el peso normal tras el parto y los trajes de gitana no se dejan...
-Imagino que cuando hizo las cuentas y vio que el niño le nacía en el umbral de la Feria sabía lo que le esperaba…
-Claro. Pero como eso viene cuando Dios te lo da y no cuando tú quieres lo aceptas. Con resignación y un poco de fastidio pero lo aceptas.
-¿Cómo cambia una Feria cuando se está en su situación: un recién nacido y un niño de tres años?
-Totalmente. La vives de otra forma. Vas a las horas en la que los niños pueden estar en la calle y no como yo la he vivido siempre: tarde, madrugada…Ahora bebes nada más que lo justo y estás pendiente de los niños.
-Feria y niños no son compatibles…
-Cuando son tan pequeñitos creo que no lo son. En una caseta no se puede estar tranquila con un carrito, la gente no puede bailar, los niños corretean…nunca estás segura con un carrito en la caseta.
-Entonces…
-Entonces lo normal es coger el carrito, darte una vuelta por el Real, tomarte un par de rebujitos en la puerta de la caseta, pasarte por la calle del Infierno y para casa.
-Imagino que ahora la pilla más rodada ¿no?
-Sí, pero también con más año y más trabajo: ahora hay que estar pendiente de Santiago y del recién nacido, Mario, que aunque se quede en casa necesita tus cuidados. A Santiago ya lo visto de corto.
-¿Maneja un plan B para pisar la Feria un par de días?
-Sí, sí, seguro que de aquí a final de semana bajo un par de días con mis amigas de trabajo y mi marido.
-¿Es inasequible al desaliento cuando baila?
-Soy una jartible del baile. No concibo la Feria sin bailar sevillanas. Aprendí de pequeñita. Mi madre me llevó a una academia de baile. Y desde entonces no paro.
-Las sillas no están hechas para usted…
-En absoluto. Solo las uso para comer. Intento estar animada y animar a la gente.
-¿Dónde aprendió a bailar?
-De pequeña, en una academia de Castilleja de la Cuesta, muy cerquita de las Irladensas, pero no recuerdo el nombre.
-Ahora va mucha gente a las academias y dan una sesiones en las casetas de «Mira quién baila»…
-Sí, sí, a ver quién baila mejor. A mi me gusta bailar a mi forma, mezclando lo que aprendí con cosas que me nacen.
-Dígame una cosa: ¿qué resulta más complicado, encontrar un tío que baile bien sevillanas o manejarse con un cochecito de bebé por la Feria?
-(Risas) ¿Más complicado? Creo que manejarse con un carrito por la feria. Un par de rebujitos hace milagros incluso en los más patongos.
-¿Por qué se ven más cochecitos de bebés en Semana Santa que en la Feria si la bulla es la misma?
-Es así. Supongo que la Semana Santa se identifica más con la tranquilidad y el recogimiento y la Feria no.
