A cualquier sevillano nombrarles palabras como coches locos, farolillos, rebujito o pañoleta les suena a Feria, pero para muchos de los que nos visitan en estos días escucharlas por primera vez seguro que les parece chino, por lo que la pregunta al nativo está asegurada. Para quien no tenga cerca a uno, intentaremos explicarles las más curiosas.
Real. En la Feria no es una moneda antigua, aunque la fiesta tenga solera para haber visto gastar muchos. Es la parte del recinto donde se ubican las casetas. La tierra amarilla de las aceras se llama, por si no lo sabe, «albero».
Pañoleta. Es el triángulo que sirve de pórtico superior a las casetas. Generalmente son pintadas a mano y por tanto son únicas; la mayoría tiene dibujos geométricos, aunque también hay algunas con referencias al nombre de la caseta.
Trastienda. Allí no se guarda ningún trasto, qué va, aunque puede verse alguno entre los que la inunden. Es la parte posterior de la caseta, aquella en la que se «refugian» la mayor parte de los socios al amparo de la barra y una buena bebida, del jaleo de los bailes en la parte noble y más a la vista.
Farolillos. Especie de lámpara de papel, generalmente en tonos rojos y blancos, que a la vez que cubre la bombilla da luz y alegría especial al recinto.
Cornucopias. Es un espejo con una moldura de formas rococó y generalmente en tono dorado. Es junto con las «abaniqueras», donde se lucen los buenos abanicos, los encajes y las «sillas de enea», llamadas así por la cuerda que componen el asiento, un elemento de ornamento clásico en las casetas.
Carrucha. En el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es una polea, pero si lo escucha ni lo piense, aquí es un complemento del traje de flamenca o de gitana —nunca de faralaes— que da prestancia a los volantes, antiguamente era de nylon hoy es de popelín, más suave. Tambien debe saber que aquí «los tacones» son los zapatos de tacón o que el «mantoncillo» o «pico» es la pieza triangular con flecos que adorna el traje. Para sujetar el pelo se usan «peinecillos» o «peineta».
Rebujito. Es una bebida relativamente nueva en la feria, Antes era más tradicional beber fino o manzanilla solo pero desde hace unos años se importó esta bebida más propia del Rocío por ser más refrescante. Para acompañarla, puede pedir un «flamenquín», una tapa de origen cordobés muy propia de la feria. Si la bebida le sienta mal y escucha un está «alicataito» o un «va dando cambayá» no se asuste, sólo se refleja su estado y su afán por no salir de la feria en línea recta. Para terminar la fiesta muchos lo hacen comiendo «calentitos», los tradicionales churros.
Calle del Infierno. No se asuste, ahí los «demonios» puede que los lleve usted. Es otra zona del recinto ferial. Hay quien dice que recibe ese nombre por el insufrible, para algunos, ruido que hay que soportar cada vez que hay que llevar a los niños a que den una vuelta en las atracciones, y quien asegura que obedece al mal rato que se pasa cada vez que uno se monta en una de esas estructuras que hacen giros increibles y hasta fatigosos. Entre los muchos «cacharritos», sí, sí, las antiguas calesas o calesitas y actuales atracciones, se llaman aquí de esta forma, están las más tradicionales, los «caballitos», en otros sitios llamados <CF1>«carrusel»</CF>, o los «coches locos» o «coches tope», coches de choque para quien no lo sepa.




