En un cuartel de la avenida de Medina Azahara, hoy Gerencia de Urbanismo, estalló en Córdoba la sublevación contra el Gobierno del Frente Popular hará mañana 93 años
Día 17/07/2011 - 09.00h
El Alzamiento triunfó en Córdoba en la tarde-noche del 18 de julio de 1936 gracias a la sublevación del Regimiento de Artillería y la escasa reacción de las fuerzas del Frente Popular, al no ser partícipe de ellas el gobernador civil, quien había ordenado depositar las armas de las armerías en Artillería y rechazado la ayuda del jefe de la Guardia Civil.
El Regimiento de Artillería Pesada 1 era la unidad más importante en la ciudad. Allí, en su cuartel de la avenida de Medina Azahara, hoy Gerencia de Urbanismo, estalló en Córdoba la sublevación contra el Gobierno del Frente Popular. El coronel Cascajo proclamó a las cuatro de la tarde el estado de guerra siguiendo órdenes del general Queipo de Llano desde Sevilla:
«Don Ciriaco Cascajo Ruiz, coronel de Artillería, comandante militar de esta plaza, hago saber: Que, habiéndose declarado el estado de guerra en esta provincia, me hago cargo del mando de ella a partir del momento de la fijación de este Bando, por el cual hago pública dicha determinación y el anuncio de que oportunamente se fijará el que dicte la autoridad militar de la región con las órdenes y prescripciones que han de cumplirse como garantía del orden».
Se formó una columna con unos doscientos hombres y un cañón y se armó a un centenar de personas de derechas que habían acudido al cuartel. Se destituyó al teniente coronel Marín, de la Guardia Civil, cuyo cuartel era lindero con Artillería y se puso a su frente al comandante Zurdo, quien añadió guardias a la columna.
La fuerza marchó hacia el Gobierno Civil, al final del bulevar del Gran Capitán —hoy edificio Duque de Rivas— conminando su rendición sobre las seis de la tarde. El cañón se había emplazado en la puerta del Coso de los Tejares (hoy El Corte Inglés) mientras en tejados y azoteas se apostaron soldados para controlar a los transeúntes.
El gobernador, Rodríguez de León, estaba dispuesto a rendirse pero quienes lo acompañaban, el alcalde Manuel Sánchez Badajoz, los diputados Martín Romera y Castro Molina, el presidente de la Diputación José Guerra Lozano y el capitán de la Guardia de Asalto Manuel Tarazona, impidieron la capitulación.
Se produjo entonces un tiroteo que causó la muerte del soldado Juan Palma Carpio. Por ello, ese cruce se llamó Glorieta de los Artilleros y un monolito dedicado a Palma Carpio permaneció allí hasta 1999, conservándose actualmente en la base de Cerro Muriano.
Incendios
Los disparos se prolongaron hasta las nueve de la noche, cuando los cañonazos liquidaron la resistencia. Salvo el gobernador civil, el resto de dirigentes fueron apresados. El alcalde Sánchez Badajoz se fugaría pero sería capturado, mientras Castro Molina pasaría a zona republicana.
Antes de medianoche, los sublevados tomaron el control de Correos, plaza de las Tendillas, Diputación, Ayuntamiento y los medios de comunicación. Los focos de resistencia fueron sofocados rápidamente, quedando los actos de lucha de las organizaciones obreras reducidos a los incendios de las iglesias de San Agustín y Santa Marina. Esa tarde se produjo la segunda y última muerte del día: José María Herrero Blanco, abogado de 26 años y miembro de la CEDA. Al salir de casa de su madre pasó por la calle Barroso y se tropezó con un grupo de izquierdas, socialistas y sindicalistas, que lo reconoció. Se entabló una discusión acalorada y Herrero golpeó a uno de ellos. Sus compañeros se arrojaron sobre el abogado, quitándole la pistola que llevaba consigo y disparándole en el pecho.
Por la noche, Cascajo nombraba al capitán Marín Alcázar gobernador civil, a Salvador Muñoz Pérez alcalde y presidente de la Diputación a Eduardo Quero, un hijo del cual sería al poco asesinado en Málaga. Se cortaron los accesos a la capital, tanto por carretera como ferroviarios. Al acabar el día Córdoba estaba controlada por los sublevados, aislada y con unas fuerzas exiguas para su defensa.
POR JUAN JOSÉ
PRIMO JURADO