Córdoba

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El Conde de Torres Cabrera y su palacio

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Día 14/08/2011
El Conde de Torres Cabrera y su palacio

Agosto fue el mes clave en la vida de Ricardo Martel y Fernández de Córdoba. El 12 de agosto de 1831 nació en Córdoba y el 16 de agosto de 1917 falleció, también en nuestra ciudad. Entre medias, una vida intensa de político, empresario y mecenas, que lo convierten en uno de las figuras más importantes del período la Restauración. Su imagen que más perdura es la del palacio donde residió, situado en la calle que lleva su título nobiliario: Conde de Torres Cabrera.

Los Torres Cabrera hunden sus raíces en la Edad Media. Fernando Díaz de Cabrera, encargado por Enrique II del gobierno de Córdoba, fue el fundador del mayorazgo de Torres Cabrera, elevado a condado por Carlos II en 1688. El personaje más destacado del linaje será nuestro personaje de hoy noveno titular y Grande de España, gobernador civil y alcalde de Córdoba, diputado, senador vitalicio, director de la Real Academia de Córdoba y el hombre fuerte en Córdoba del Partido Conservador.

Su casa palacio en Córdoba se alzó en el siglo XVII y fue reedificada por él en la segunda mitad del XIX. Ramírez de Arellano ya la describe como «una de las casas más bonitas de Córdoba» y destaca aún hoy su verja de entrada, el jardín exterior y el patio principal. Obligada mención se debe a la biblioteca y a la colección de antigüedades romanas que posee la casa, procedentes de excavaciones realizadas in situ.

La fachada principal está compuesta por dos cuerpos salientes unidos por una terraza, que le dan aspecto de fortaleza. Dentro, el patio central del edificio, circunvalado por arcos sostenidos por treinta columnas y con pavimento y zócalo de mosaico. Una escalera de mármol negro con incrustaciones de mármol blanco y ágata, une las dos plantas de que consta.

En esta mansión se habían alojado los duques de Montpensier, en 1848, y Ramón María Narváez, que presenció desde allí un desfile de la Milicia Nacional. Con Ricardo Martel y Fernández de Córdoba, la casa alojó durante tres días de abril de 1877 (correspondientes a la Semana Santa) a Alfonso XII; estancia de la que se conserva un riquísimo Salón del Trono de 90 metros, estilo Luis XV. Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Gobierno, también fue huésped de Ricardo Martel, acudiendo a su recepción varios miles de personas que llenaron salones, patios y jardines.

Otras dedicaciones que tuvo el palacio en esta época fueron la de sede del diario conservador La Lealtad, fundado por el conde; exposición permanente de productos y maquinaria agrícola; fiestas de fin de curso de las Escuelas Dominicales para Obreros, institución benéfica creada por su esposa, Isabel de Arteaga; y Juegos Florales y fiestas literarias, en una de las cuales se dio a conocer Antonio Fernández Grilo, cantor de las Ermitas cordobesas y de quien los condes se convirtieron en mecenas.

Torres Cabrera creó la Azucarera Santa Isabel, en Alcolea, tratándose de un pionero de la industria cordobesa. De ella aún pervive el castillo, visible desde la carretera y la vía del AVE. Pero la actividad empresarial le llevó a la ruina, a la par que su desengaño por el caciquismo en que había terminado el sistema de la Restauración le animó en los últimos años de su vida a crear asociaciones que aunaran parte de la sociedad civil, como la Cámara Agrícola de Córdoba, la Unión Agraria Española, el Sindicato Agrícola Martel, el Centro de Acción Nacional y el Centro de Acción Nobiliaria.

La decadencia del condado de Torres Cabrera provocó su salida del palacio, que hacia 1928 estaba vacío y silencioso. Lo adquirirá la familia Meléndez Valdés y entre 1935 y 1942 se alquilará para sede del Colegio Cervantes de los hermanos maristas. De esa época data un sótano usado como refugio durante los bombardeos en la Guerra Civil. En 1940, el palacio es vendido a Rafael Cruz Conde, cuyos descendientes son sus actuales propietarios y residentes.

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