La paz ha vuelto a reinar entre los montoreños que desde el martes viven aterrorizados tras escaparse la Diablilla de Montoro por la torre del campanario de la parroquia de San Bartolomé. El salvador sólo podía ser el patrón de Montoro, San Bartolomé, que decidió salir en la búsqueda de este maligno personaje, que pretendía sembrar el terror entre los vecinos y visitantes a la localidad.
Desde su huida, la Diablilla perseguía a los fieles cristianos montoreños, tratando de influir en sus creencias religiosas, castigando a los niños y mayores que no portaban las medallas de las imágenes sagradas de los titulares religiosos de Montoro. En ausencia de las imágenes, el castigo del monstruo diabólico se consumía tras perseguir a sus víctimas, a las que mojaba con agua.
Sin duda, el personaje tuvo peores intenciones en aquellos años en los que se curtió su leyenda. Estos días, su historia, convertida en tradición y atracción turística en torno a las fiestas en honor a San Bartolomé, patrón de Montoro, forma parte del entramado festivo, asociándose con el concepto de religiosidad al que la propia Diablilla se enfrentaba.
Pero la mala fe y los comportamientos contra el orgullo de Montoro no duran eternamente. Entre la expectación de más de 1.000 personas congregadas en la plaza de España, San Bartolomé se sintió arropado por su pueblo y decidió emprender la búsqueda y captura de la Diablilla para poner fin a sus fechorías y volver a encerrar su mal en las mazmorras de la parroquia del titular montoreño.
Puntual, a las doce del medio día, San Bartolomé, cuchillo y Biblia en mano, atrapó a su enemigo, oficiando su arresto con la tradicional pisada en el cuello de la Diablilla. A continuación, entre aplausos, el patrón montoreño la trasladó hasta la parroquia de San Bartolomé, donde permanecerá encerrada, al menos un año más. Sin duda, tiempo suficiente, para que la leyenda, vuelva a escribir una nueva página a favor de San Bartolomé, que otra vez defendió a su pueblo y su gente de cuanto mal hubiese salpicado la Diablilla entre los corazones cristianos de los montoreños.
Y es que, según cuentan los orígenes de esta historia, la Diablilla siente envidia de los titulares religiosos de Montoro, porque han sido capaces de ganarse el amor y el respeto de sus fieles. Por tanto, volverá a atacar siempre y cuando no decaiga la devoción de los montoreños hacia sus patrones. «La Diablilla siempre se escapa, y puede ir a por usted. Cierren sus puertas. Guarden bien sus llaves», advertía ayer un montoreño a uno de los tantos visitantes que aprovecharon la ocasión para presenciar esta tradición.
Ya por la tarde, confirmado su encarcelamiento, los fieles celebraron función religiosa y procesión con el patrón de Montoro, San Bartolomé, festejando que la devoción y la protección de los montoreños sigue intacta.
