El problema de los «gorrillas» en Córdoba parece haberse convertido en un mal endémico difícil de erradicar. Su función no se encuentra regulada, pero eso no es óbice para que la mayoría de conductores les abonen «la voluntad» cuando estacionan su vehículo. Y es que el temor de encontrarse la carrocería del coche rayada o el limpiaparabrisas roto basta para que estos vigilantes de «motu proprio» se llenen los bolsillos.
Uno de los colectivos que más empeño ha puesto en acabar con esta lacra ha sido la asociación de vecinos Los Califas, que agrupa a los residentes de las proximidades de la plaza de toros, una de las zonas tomadas por estos aparcacoches ilegales.
Según su portavoz, José María Herrera, «pese a que el Ayuntamiento ha incrementado la presencia policial, lo cierto es que los “gorrillas” continúan operando. No sabemos qué podemos hacer más».
Ya se han puesto en contacto con el Consistorio, han repartido octavillas a los conductores instándoles a que no paguen y denuncien la situación y, algunos, hasta se han enfrentado a quienes se empeñan en cobrarles, «pero la situación persiste; y está claro que con la celebración de la Copa Davis vendrán más», dijo el portavoz vecinal.
Herrera advirtió, además, que las coacciones por parte de los «gorrillas» sigue dándose. «A mí me ha pasado en más de una ocasión. O pagas o atente a las consecuencias», se lamentó.
El Ayuntamiento no contempla ninguna normativa que prohíba de forma expresa esta actividad ilegal. Sí es cierto que existe un artículo en la ordenanza municipal sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial que veta la vigilancia de los estacionamientos «por personas no autorizadas, no estando obligados los usuarios al pago de retribución alguna del mismo, cuya exacción, si se produce, podrá ser denunciada a los miembros de la Policía Local, quienes procederán a adoptar las medidas pertinentes para evitar su continuación», reza el documento.
Sin embargo, si no se presenta una acusación formal, no se puede sancionar ni detener a nadie.
En otras ciudades, como Sevilla, donde también gobierna el PP, se multa con 120 euros a los miembros de este colectivo ilícito al considerar que practican una forma coactiva de mendicidad. Es más, el Ayuntamiento de la capital hispalense insta a la Policía Local a requisar el efectivo que porten.
A este respecto, Herrera consideró más oportuna «la adopción de medidas de carácter social que sean procedentes, a fin de integrar a estos aparcacoches», aunque «sería cuestión de debatirlo y comprobar si es lícita esta acción, es decir, si los agentes no incurren en ningún delito por decomisar la recaudación a los “gorrillas”, tal y como aseguran algunos juristas», manifestó.
En cualquier caso, «no seré yo el que diga lo que se debe hacer, pero lo que está claro es que se tiene que actuar ya. No podemos estar bajo las coacciones de unos individuos que hasta se empeñan en cobrar en zonas de estacionamiento regulado», señaló el representante de Los Califas.
El área de actuación de este colectivo se circunscribe a seis zonas específicas: Hospital Reina Sofía, el entorno de las estaciones de tren y autobuses, La Victoria, Puerta de Almodóvar (junto a Cruz Roja) y Doctor Fleming, y las zonas próximas a la plaza de toros. Aunque «también se pueden encontrar en El Arenal», indicó Herrera.
Territorio «gorrilla»
En estos lugares, algunos clasificados como zona azul, operan a diario una veintena de «gorrillas», aproximadamente, si bien el número fluctúa, sobre todo, según la época del año. Así, si en invierno es más difícil verlos en acción, con el buen tiempo aumenta su presencia.
Suelen hacerse mucho más visibles especialmente durante los fines de semana y a última hora de la tarde, cuando los trabajadores oficiales, los conocidos como «vovis», terminan su jornada laboral (en torno a las 21.00 horas) y son sustituidos por individuos no autorizados.
Hasta hace unos años, el grueso de los aparcacoches que operaban en Córdoba lo conformaban indigentes autóctonos; sin embargo, de un tiempo a esta parte, los inmigrantes, esencialmente procedentes de Europa del Este, se han hecho con el negocio.



